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En la campaña de Joló en 1876, llevada á cabo por el General Malcampo, la mayoría de las bajas ocurrieron en los mangles, donde quedaron encenagados hombres y pertrechos. Los moros de Mindanao son recelosos, hipócritas, y como todos los de su especie, fanáticos por sus creencias.

Otros tres testigos dijeron haberle oído muchas veces manifestar deseos de regresar á España con el fin de acreditar la pureza de sus creencias, y que durante la enfermedad se afligía de no haber podido realizar el propósito y desvanecer la nota de infamia que pesaría sobre su mujer é hijos, manifestando, sin embargo, que esta desgracia no le impediría morir buen católico, como siempre lo había sido.

La herencia mora que llevaba en su carácter melancólico y soñador, le hacía lamentar contrariando sus creencias religiosas la triste suerte de los creadores de aquel edén.

La credulidad natural basta para aceptar a fardo cerrado las creencias de nuestros mayores, cuando no se tiene ninguna, y es el mayor obstáculo para abandonarlas cuando se las tiene.

Es la primera, que me valdré sólo de mi razón natural, colocando con mucho respeto las creencias, adquiridas por educación, tradición y revelación, en una a modo de arca santa, de donde tal vez necesite sacarlas más tarde, si yo mismo, imitando a Noe, no me introduzco y refugio también en el arca para huir del diluvio de disparates que podrá salir de mi estudio, como el famoso diluvio de las aguas salió de las rotas o abiertas cataratas del cielo.

Era antes de la Revolución; mandaba González Bravo; los buenos tiempos; por poco que alzase el gallo un enemigo del orden y las sanas creencias, iba en cuerda camino de Fernando Póo. Y sin embargo, ¡floja zambra armó aquel hombre! se plantó en la iglesia, donde no había entrado nunca, empeñado en que bautizasen a la pequeña a su gusto.

El soplo de duda con que los enciclopedistas empañaron las creencias todas, el tremendo ridículo con que agobiaron el matrimonio, han hecho profundamente escépticos á los franceses, que creyendo en la soberana fuerza del dinero, apénas sospechan en la mujer, la madre, la esposa, la compañera.

Si la acción de sus dramas nacionales se supone ocurrir en la edad antigua, no se cuida de trazar imágenes fieles del espíritu y modo de ser de esas épocas, sino que, al contrario, lleva á lo pasado las ideas y opiniones de su tiempo; y aunque, por lo común y en general, esos cuadros animados reflejen costumbres y pensamientos españoles, en su fondo se observan siempre las costumbres y creencias del siglo XVII, no las del período en que la acción se supone ocurrir, ni los hechos y sucesos representados por él, á no ser excepcionalmente, coinciden con los grandes momentos históricos del mundo, sino que son siempre sucesos ó hechos particulares, que ni se enlazan por su esencia con la historia de la época, ni reflejan tampoco con claridad el carácter de lo pasado; sus personajes históricos están trazados á la ligera, y no toman parte importante en la acción, mientras Lope de Vega ofrece á los reyes de España, desde D. Pelayo hasta Felipe II, gobernando verdaderamente, y dibuja con designio premeditado cuadros de siglos anteriores, sirviéndose de los hechos y de los personajes más importantes.

Se siguen las ceremonias del culto por rutina, porque hablan a la imaginación, pero nadie se toma el trabajo de conocer el fundamento de las creencias que profesa; se acepta todo sin reflexionar; se vive a gusto, con la seguridad de que a última hora basta morir entre sacerdotes, con un crucifijo en la mano, para salvar el alma.

No acierto á decidir si el público candoroso, los jóvenes sin malicia y las señoritas inocentes, que asisten á la representación de estos dramas, se dejan ó no influir por las doctrinas perversas que los han inspirado, ó si sólo ven en ellos un brillante juego de la fantasía ó bien una leyenda en acción, llena de piedad y de creencias consoladoras.