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Mas como su peculio no bastase para atender a tan numerosas caridades, diose traza para obtener dinero de su padre valiéndose de mil ardides inocentes; un día pidiéndole para una sombrilla, otro para un reloj, otro para un estuche de costura, etcétera. Tanto fue lo que abusó, no obstante, que don Mariano sospechó la verdad y señaló un límite a sus larguezas.

Ya está buena gruñía Piscis. ¿Vienes de la cuadra? . Bien... pues de todos modos hoy no puedo salir... Tengo una rozadura aquí... salva sea la parte... Algunos días Piscis entraba en la sala de costura, y sin decir nada aguardaba sentado un rato, no muy largo casi nunca, porque abrigaba vehementes sospechas de que las costureras se reían de él, y esto le tenía sobresaltado y en brasas.

Toma lo que quieras. Es para Guillermina. Mamá le dio dos, y le falta un pico para poder pagar mañana el trimestre del alquiler del asilo. Contestole el Delfín apretándole con mucha efusión las dos manos y arrugando el billete que estaba en ellas. En cuanto Guillermina pescó lo que le faltaba para completar su cantidad, dejó la costura y se puso el manto.

Yo no lo quería creer; pero ya lo creo, lo creo como creo en la luz. Diciendo esto puso una rodilla en tierra. Alarmada y ruborizada Florentina dejó de prestar atención a la costura. Primo... ¡por Dios!... murmuró.

Esta escena ocurría en el gabinete, hallándose las dos cosiendo sus trajes de verano. No vengas ahora con lagrimitas que han de parecer de hipocresía. Porque yo digo una cosa. Óyeme atentamente». Doña Lupe dejó la costura y se preparó a hablar, como los oradores de profesión. «Yo me pongo en el caso de una mujer que siente una pasión antigua, con raigones muy hondos y que no se pueden arrancar.

Y quién sabe si en otro lugar lograríamos, y cuánto tiempo tardaríamos en lograr, la reputación y clientela que aquí tienes, yo tanta costura, y don Paco el poder que aquí alcanza y su mangoneo provechoso, debido en mucha parte a su capacidad, pero no menos aún a la sombra y al apoyo de don Andrés, con quien priva. ¿Y de dónde sacas esos agüeros tan angustiosos?

Y si despechada, al ver que contrarian el más profundo instinto de su existencia, huye de la casa que la vió nacer, y se pone en brazos de un hombre pérfido, como Luisa se puso en brazos del estudiante de Rodhese ¿la volverá su madre la honra y la dicha que ha perdido? ¡Madre insensata! ¿qué es lo que crees? ¿Crees que eres madre de tu hija, para sacrificarla á los caprichos de su madre y de su abuela? ¿Crees que tu hija ha de vivir con la vida especial de su abuela ó de su madre? ¿Crees que eres madre de tu hija, para encerrar en el canutero de tus agujas el sentimiento más grande y poderoso de la existencia, el encanto de todos los vivientes, el secreto de todas las familias, la lumbre que calienta todos los hogares, el ángel del mundo que arrulla el sueño, de todas las almas? ¿Crees que eres madre para poner ó para arrancar ese sentimiento del alma de tu hija, como quitas ó pones un garbanzo en tu olla, como clavas ó dejas de clavar tu aguja de coser en una costura? ¿Crees que el cielo te ha dado la dicha inmensa y el inmenso deber de ser madre, para disponer á tu antojo de la ventura de ese sér que criaste en tu seno, de quien has de dar cuenta á la familia, al mundo y á Dios? ¡No, madre indiscreta!

Después, D. José se metía también en la cocina para ayudar y dar más de un consejo; que algo se le entendía de arte de estofados y otros culinarios estilos. Las niñas dejaban la costura aquel día; no se pensaba más que en la cena, y entre componerse para ir al Teatro Martín con Miquis, y ayudar un poco a su madre, se les pasaba la tarde.

Tomando la sillita baja, que usaba cuando cosía, la colocó junto al balcón. Le dolía la cintura y al sentarse exhaló un ¡ay! Para coser usaba siempre gafas. Se las puso, y sacando obra de su cesta de costura, empezó a repasar unas sábanas.

Fortunata se rió un poco, y ausentándose un instante, trajo la costura. «¿Sabes? le dijo Rubín, apenas ella se sentó . Mi hermano Juan Pablo se fue a Molina a arreglar eso de la herencia de la tía Melitona. Mi tía Lupe le escribió y antes de venir a Madrid se plantó allá. Escribe diciendo que no habrá grandes dificultades». ¿De veras?, ¡vamos!... Más vale así. Como lo oyes.