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Tales dificultades obligáronme a preferir en casi todas las novelas de la segunda serie la narración libre, y como en ellas la acción pasa de los campos de batalla y de las plazas sitiadas a los palenques políticos y al gran teatro de la vida común, resulta más movimiento, más novela, y por tanto, un interés mayor. La novela histórica viene a confundirse así con la de costumbres.

El autor merece alabanza por haber representado en ella costumbres españolas, y por haberle añadido rasgos aislados ingeniosos. Debemos, por último, advertir, que las obras del Arcipreste de Hita ofrecen el ejemplo más antiguo é importante del uso de la alegoría en la literatura española.

En el presupuesto eclesiástico también cabe su reducción, pues si no estamos equivocados, son cinco los sacerdotes que hay solamente en la isla de Guaján, la cual á más de su poquísima extensión solo contiene, como ya dijimos, una población de 7.138 almas, contando rancherías de carolinos, que viven en sus costumbres, usos y religión.

El que haya cierto número de palabras propias de cada país para significar especiales y locales usos, costumbres, producciones naturales, trajes, etc., no basta para explicar que vengan a nacer distintas lenguas.

La herida que abría lo anterior en las antiguas costumbres, fué comprendida por algunos que se propusieron crear nuevos conflictos en defensa de sus odiosos privilegios.

Pobre pintor de costumbres, aténgome á mi oficio: copiarlas como Dios me da á entender y hasta grabarlas en mi corazón.

Instintivamente, su vista se posó en el siguiente párrafo de la sección telegráfica: Fiddletown, 7. Don Juan Galba, persona»muy conocida en este lugar, murió anoche de delirium tremens. Don Juan se entregaba a desarregladas costumbres, ocasionadas, según se dice, por disgustos de orden familiarLady Clara no se inmutó.

Bonis se levantó, y contempló a la Gorgheggi dormida: Esa mujer adorada no sabe que yo la soy infiel. Que hay horas de la noche en que me dan un filtro hecho de terrores, de fuerza mayor, de recuerdos, de costumbres del cuerpo, de sabores de antiguos placeres, de olores de hojas de rosas marchitas, de lástima... y hasta de filosofías... negras....

Ahora bien: pues que ya conocéis la tierra y la gente, y de juro también os han llevado, para que estudiéis las costumbres, á los toros del Puerto y de Sanlúcar, y á las ferias de Mairena y del Rocío, y á la Semana Santa de Sevilla, y de paseo ó gran parada á la plaza de San Antonio de Cádiz, y de profana romería á la beata Sierra de Córdoba, y en todas estas exposiciones regionales habréis encontrado á las más genuinas andaluzas de alto y bajo copete, ora á pie, ora en las ancas de brioso caballo regido por apuesto contrabandista, ora en jumento con jamugas ó con maldita la cosa, ora en calesa, calesín ó birlocho; ya con vestido á media pierna, pañuelo de crespón encarnado y la cabeza orlada de claveles; ya con falda de espléndidos faralares, valioso mantón chinesco y toca blanca, al gusto de Goya; ya de legítima torera, con monillo, ceñidor y sombrero calañés; ya arrastrando luenga cola de seda y tremolando la clásica mantilla de casco, bandera negra de las españolas contra toda la extranjería; aquí tañendo las castañuelas, y bailando, verbigracia, el Vito; allí cantando, al son de sus palmas, la apasionada Soledad, ó entonando, con lágrimas en la voz, ¡sin palmas y con suspiros!, la Caña quejumbrosa y lastimera; aquí abriéndose paso con su rumboso meneo entre una turba de majos, que arrojan á sus pies capas y sombreros para que le sirvan de alfombra; allí volviendo valientemente una esquina, y al mismo tiempo la cara en sentido inverso, como fascinadora culebra que no quiere que se escape el pajarillo; es decir, pues que ya habéis visto á la mujer técnica de la Tierra de María Santísima, sea duquesa ó labradora, generala ó cigarrera, en el pleno ejercicio de su privativo poder, de su peculiar gallardía, de su porte soberano, tengo que principiar por advertiros que.....

Si sobre la tierra existiese un pueblo que tuviera el poder de trastornar con sus prácticas y costumbres las ideas sustanciales de lo bueno, de lo verdadero, de lo justo, aquel país seria una diablura, una infamia, una apostasía.