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Hizo un esfuerzo sobre misma para pensar en otra cosa. Mirando a su doncella en el espejo observó que estaba densamente pálida. Volvióse para mejor cerciorarse, y le dijo: ¿Te sientes mal, chica? Estás muy pálida. , señora manifestó la doncellita algo confusa. ¿Las náuseas de otras veces? Creo que . Pues, anda, vete y que suba Concha. ¡Es raro!

Primeramente los cañones derribáron unos seis mil hombres de cada parte, luego la fusilería barrió del mejor de los mundos unos nueve ó diez mil bribones que inficionaban su superficie; y finalmente la bayoneta fué la razon suficiente de la muerte de otros quantos miles. Todo ello podia sumar cosa de treinta millares.

Despues del oro y los diamantes, la cosa de mas precio que habia éramos nosotras; y presencié un combate qual nunca se ve igual en nuestros climas europeos, porgue no tienen los pueblos septentrionales tan ardiente la sangre, ni es en ellos la pasion á las mugeres lo que es entre los Africanos.

Porque mi mujer, me sacaba los ojos, repitiéndome: ¿Serás capaz de no hacer nada por el desgraciado hijo de Eulogia? el pobrecito no sirve para nada, y en ninguna parte estará mejor que en el Ministerio. Y me lo traje, y ahí está; el servicio público no ganará gran cosa, pero mi mujer y la prima Eulogia están contentas.

Madre, ¡qué noche hemos tenido! exclamó . ¡Qué triunfo!, ¡qué cosa tan bella y tan magnífica! ¿Me querrás decir, sobrina, la importancia que tiene, ni el efecto que puede causar, el que una gaznápira cualquiera, que tiene buena garganta, cante bien en las tablas, para que pueda inspirarte un entusiasmo y una exaltación, como te la podrían causar un hecho heroico o una acción sublime?

De la índole de estos estragos deduzco yo que sólo se trataba, por las causantes, de una ostentación o alarde de travesura, nada increíble en tres mujeres hermosas, sin el freno del escrúpulo y en lo mejor de la vida. En Ems, ya muy avanzado el verano, se halló la marquesa con Pepe Guzmán. No le gustó el hallazgo cosa maldita. A mi paso por Francia la dijo sin preámbulos he visto a Luz.

No tentándole gran cosa los libracos de su carrera, resolviose a dejarla en el punto en que la tenía cuando los tristes acontecimientos de Peleches le obligaron a trasladarse a su casa solar; pero como se había dejado por allá, en vías de buen arreglo, cierto asunto que nada tenía que ver con la heredada hacienda ni con los afanes universitarios, encomendando el caserón nativo y todas sus pertenencias, muebles e inmuebles, al cuidado de una persona de su confianza, y sin pagarse mucho, por entonces, de los libres y salutíferos aires patrios, aunque a reserva de volver a henchirse de ellos tan pronto como lo necesitara, tornose a la ciudad, que era Sevilla.

¿Qué va a ser de nosotros? Aquel nosotros pareció molestar un poco al conde, que dijo reprimiendo un movimiento de impaciencia. No hay que exagerar. Es un incidente lamentable, pero que no debe alarmarnos gran cosa. Bien sabes que te amo y que no te abandonaré. Tengo que volver muy pronto a Inglaterra, y sólo se trata de una separación momentánea. ¡Separarnos! murmuró Juana muy pálida.

El buen ingenio anda aquel día distraído; no responde con concierto a cosa alguna; reparte algunos apretones de manos, lo más expresivos posible, a cuenta de aplausos, y está muy modesto; se cura en salud; refuerza alguna sonrisa para contestar a los muchos que llegan y le dicen embromándole, sin temor de Dios: Conque hoy es la silba; voy a comprar un pito.

Yo mismo la he estado visitando año y medio sin sospechar quién era. Y la hubiese creído otra cosa durante largo tiempo, si la casualidad no me hubiera puesto en presencia de su marido. Era en los primeros días de 1850, ahora hace tres años, poco más o menos.