United States or Namibia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Á la derecha del priorato se destaca la torre parda y cuadrada del castillo en la eminencia, y aun á esta distancia me parece distinguir en la bandera que allí ondea el rojo corzo de las armas de Monteagudo. Rojo en campo blanco, dijo Roger, pero no si es corzo, león ó águila. ¿Qué es aquello que brilla sobre el muro? En la almena, debajo de la bandera.

Dos veces nos acompañó en estas expediciones, mixtas de exploración y de caza, el cura don Sabas; pero sin más arma que el cachiporro pinto que le servía de bastón. Hallaba él algo como mengua en gastar la pólvora en aquellas salvas de puro recreo, y llamaba «animalitos de Dios» a cuantos había en la escala de magnitudes, desde el jabalí o el corzo para abajo.

Al día siguiente habría carne de corzo en Tetuán; y el guarda que intentase impedirlo corría el riesgo de verse cazado, de que le disparasen de entre la espesura sin darle el «¡altoSi no había carne, era que el Mosco estaba en la cama entrapajado, sucio de sangre, con una ración de plomo debajo de la piel.

Pero los dos éramos demasiado presuntuosos para volver atrás, y guiándonos por las indicaciones de los postes, seguimos nuestro camino hacia Glatigny. »Me acuerdo de que se nos antojó muy largo el camino; que tomamos a un corzo por un lobo, y a unos pacíficos campesinos por feroces bandoleros.

Sobre el macizo arco que daba entrada á la fortaleza se veía el escudo de los Monteagudo, un corzo gules en campo de plata, y junto á él las armas del veterano condestable, las rosas de Morel.

Yo no debí poner los ojos con tanta complacencia en esta mujer peligrosísima. No me juzgo perdido; pero me siento conturbado. Como el corzo sediento desea y busca el manantial de las aguas, así mi alma busca a Dios todavía.

CABRITO ASADO. Se asa lo mismo que la pierna de corzo, suprimiendo las horas de adobo y si es guisado se ponen en una cacerola unas lonjitas de tocino, otras de ternera y pedazos de jamón; se agrega pimienta, cebolla, perejil, zanahorias, ajo, caldo y vino blanco; se pone a fuego lento y se coloca un papel de estraza debajo de la tapadera.

Ven, querida niña, dijo Ester animándola y extendiendo los brazos hacia ella. Ven: ¡qué lenta eres! ¿Cuándo, antes de ahora, te has mostrado tan floja? Aquí está un amigo mío que también quiere ser tu amigo. En adelante tendrás dos veces tanto amor como el que tu madre sola puede darte. Salta sobre el arroyuelo y ven hacia nosotros. puedes saltar como un corzo.

El verlas plegadas y frías hace temblar... Un gran corzo, magnífico y tranquilo, parecía dormir, con su lengüecita sonrosada fuera de la boca, cual si aun fuese a lamer. Y también estaban allí los cazadores, inclinados sobre aquella carnicería, contando y tirando hacia sus morrales de las patas ensangrentadas y de las alas rotas, con menosprecio de todas esas heridas recientes.

Hubiera sido necesario que los perros tuviesen una nariz de primera para ir a buscarnos en aquel sitio. A poco de llegar nosotros, presentose un corzo arrastrándose sobre tres patas y dejando tras de un surco rojo sobre el musgo. Daba tanta tristeza el verlo, que oculté la cabeza bajo las hojas; pero oía al herido beber en la charca resollando y ardiendo en fiebre... Declinaba el día.