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El arma moderna que sólo emite un proyectil en cada disparo les parecía insuficiente, y sobre el cartucho añadían un puñado de pólvora y otro de balas, atacándolo todo fuertemente. Si el arma no reventaba en sus manos, el agresor estaba seguro de hacer polvo a su contrario. Los cortejos duraban meses y años.

Fortalecido por el contacto de estos dos testimonios de viril ciudadanía, que no le abandonarían mientras viviese, se juntaba con los otros atlots igualmente pertrechados, y empezaba para él la vida juvenil y amorosa: las serenatas con acompañamiento di relinchos, los bailes, las excursiones a las parroquias que celebraban la fiesta de su santo patrón, donde se divertía tirando al galle con certeras pedradas, y sobre todo los festeigs, los tradicionales cortejos, la busca de novia, costumbre la más respetable de todas, que daba origen a riñas y muertes.

Algunas veces, cuando los pretendientes eran muchos y apremiaba el tiempo, la atlota hablaba con dos a la vez, haciendo esfuerzos de habilidad para no dar la preferencia a uno sobre otro... Así continuaban los cortejos hasta que ella manifestaba su preferencia por un atlot, sin tener en cuenta la voluntad de sus padres. En esta corta primavera de su vida, la mujer era reina.

Jaime sonreía al escuchar las protestas del atlot contra su destino. En toda la isla no existía otro centro de enseñanza que el Seminario, y los payeses y patrones de barca que deseaban para sus hijos una suerte mejor los llevaban a él. ¡Los curas de Ibiza!... Muchos de ellos, mientras seguían sus estudios, tomaban parte en los cortejos, usando cuchillo y pistolete.

Madrid solo brilla los juéves y viérnes santos por su lujo exorbitante en los atavíos de las gentes, las ceremonias cortesanas y dos procesiones muy sencillas por su tren, pero que llaman mucho la atencion por la suntuosidad de los cortejos que las acompañan bajo la presidencia personal de la reina y su consorte.

El rumbo de tan tristes cortejos era el Muelle, donde había ya una muchedumbre con los ojos clavados en la boca del puerto. El temporal había cesado casi por completo en tierra, y de la mar sólo se veía una parte de su furia, estrellándose espumosa y rugiente sobre las tristes Quebrantas.

Febrer interrogó al muchacho sobre el supuesto agresor, fiando en su conocimiento de las gentes del país, y el Capellanet sonrió con aire de persona importante. Había escuchado el aullido. Era el mismo modo de aucar que tenía el Cantó: muchos se hubiesen imaginado que era él. Lo mismo aullaba en las serenatas, en las tardes de baile y a la salida de los cortejos.

Una orquesta, oculta detrás de un biombo, toca los trozos de los mejores maestros, mientras que usted realiza cortejos tomados de jarrones etruscos, de bajorrelieves, de medallones y de reconstituciones cuidadosamente clasificadas. Así preparamos una juventud digna de este país...

; ¿qué otro nombre merece quien posee un arte infernal para romper lazos de muy antiguo trabados entre dos personas, y que resistieran durante veinticinco años a las asechanzas del mundo y a la persecución de los más diestros cortejos?... Permítanme los presentes que no nombre personas.

Infirió Babuco que no podia durar semejante sociedad; que todas las casas habian de estar asoladas por zelos, venganzas y rencillas; que sin cesar habian de verterse lágrimas y sangre; que infaliblemente habian de matar los maridos á los cortejos de sus mugeres, ó de ser muertos por ellos; finalmente que hacia Ituriel muy bien en destruir de una vez un pueblo abandonado á horrendos desórdenes.