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Joshé Cracasch estaba como en babia. Las dos mujeres, viéndose libres, echaron a correr por la carretera, en dirección a Hernani. Cracasch las siguió.

En todas las aldeas y lugares que pasaban había desafíos de pelota, de esgrima, de correr, de saltar, de tirar la barra y de otros ejercicios de fuerza, maña y ligereza, y de todo salía vencedor Andrés.

La suerte quiso serle aciaga. No había naipes en la casa. Pero no se arredra por eso. Baja a la cocina, llama aparte a un criado, al que le pareció más ligero y musculoso, y dándole una propina le encarga que a todo correr vaya a la ciudad y traiga un par de barajitas.

No he nacido temerario y solamente á fuerza de voluntad me pondré á la altura de las circunstancias. Si hay riesgos que correr, no se asombre usted de verme temblar un poco; mi naturaleza tiene que manifestarse. Pero espero que llegaré á dominarla por el razonamiento.

Refirió primero cómo se había fugado del hogar paterno, de edad de quince años, lanzándose a correr mundo, sin que en todo el tiempo transcurrido desde aquel suceso, tuviese noticia alguna de su patria y familia.

Ocurriósele entonces presentarse en las oficinas de Correos y reclamarlo; pero allí le exigieron tales formalidades, que antes de pasar por ellas prefirió dejar correr la suerte. Pasó ocho días en gran zozobra.

No importa; cuando esto empiece a correr, verán ustedes; adquiriré una reputación y una gloria tan grandes, pero tan grandes que... Adiós mi dinero murmuró doña Lupe, y Fortunata dijo para algo parecido.

Lo mismo fue verle Patricia en aquel lastimoso estado, que correr a dar aviso a doña Lupe, la cual no tardó en presentarse alborotada y afligida.

El Cigarrero dirigió una mirada vaga a los tendidos; se pasó otra vez la mano por la frente, y dejando caer al suelo la muleta, se echó a correr como un gamo sin atender a los gritos de entusiasmo, a los llamamientos que de todos lados le hacían; brincó la barrera y desapareció de la vista del público. Cuando llegó a la enfermería estaban ya allí Enrique y Miguel con el médico y algunos amigos.

La imaginación del menguado escritor, después de correr de aquí para allí, con la alborozada inquietud de un pájaro que, viendo rotas la cañas de su jaula, se escapa y vuela á todas partes sin fijarse en ninguna, se concretó al fin, se fijó, se regularizó poco á poco.