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Hanse visto desgracias en algunas que alborotaron con risa el concurso: ó quebrandose, y cayendo las figuras, ó parandose, y assiendose quando devian correr con mas velozidad.

He dejado correr la pluma, movido del fervoroso celo al servicio del Rey y á la nacion; pues no quisiera que ninguna extrangera en ningun tiempo tuviese la gloria de enseñarnos lo que nosotros debiamos saber, haciendo ver al mundo nuestra ignorancia y pereza, cuando esto sucediese.

Martita, ¿qué te pasa?... ¿Qué tienes? le preguntó todo asustado, bajándose para verle el rostro. Nada, nada..., déjame. ¿Pero por qué lloras?... ¿Te he lastimado?... ¿Te he ofendido?... No, no..., déjame, Ricardo..., déjame, por Dios. Y levantándose del banco echó a correr en dirección de la casa, limpiándose los ojos.

Nadie contestaba, e impaciente Jacobo llamó hasta tres veces, cada vez con más fuerza; dio entonces una gran patada en el suelo y, siguiendo adelante, dobló la esquina de la calle de Serrano. Este fue el momento escogido por Currita para lanzarse del coche y correr tras de Jacobo, temerosa de que la puerta de la casa estuviese por el otro lado y se le escapara dentro.

Por eso, si no me casara con otro, para poner cuanto antes una barrera delante de , sería capaz de correr a casa de Julio y suplicarle que nos marcháramos de aquí, lejos, a cualquier parte, a un sitio donde no pudiera perseguirnos el fantasma de la pobrecita Laura. ¿Comprendes, ahora, porqué debo casarme con Muñoz? ¡Ojalá venga Julio mismo a salvarte! Nada sabe, Raquel.

Alzan los nuestros al momento un grito Alegre, y no medroso; y gritan, arma, Arma resuena todo aquel distrito; Y aunque mueran, correr quieren al arma. La soberbia y maldad, el atrevido Intento de una gente mal mirada Ya se descubre con mortal ruido. Dame una voz al caso acomodada, Una sotil y bien cortada pluma, No de aficion, ni de pasion llevada.

ABIND. Detente, Jarifa mía, Que si escucharte podía, Fué querer tu amor probar. Escucha, espera. JARIFA. ¿Qué quieres? ABIND. Que menos traidor me nombres, Que jamás los nobles hombres Se burlan de las mujeres. Oye, espera, por tu vida; No me hagas correr tras ti, Que apenas me tengo en De dolor de cierta herida.

ZARO. Aunque el Alcaide tenemos Por legítimo señor, De tu crianza el amor Y obligación conocemos. Quien te tuvo por su hermano, No será dificultoso Que te tenga por su esposo. JARIFA. Da, esposo, a todos la mano. ABIND. Los brazos les daré. Aquí Podréis estar a placer, Viendo esta fuente correr.

Tambien lo escribió por buscar ocasion de hablar con V. Ex.^a y aunq. fuesse de alguna pessadumbre, q. no lo creo de V. Ex.^a, déuese dessimular al sediento de consuelo, como hazen las fuentes, q. no cessan de correr por mucho q. se beua dellas. De V. Ex.^a sieruo. Antonio Perez. A iiijº de Junio.

Aunque a contar de ese día no han vuelto fantasmas a peregrinar o correr aventuras por las murallas del hoy casi destruido Real Felipe, no por eso el pueblo, dado siempre a lo sobrenatural y maravilloso, deja de creer a pies juntillas que el fraile y la monja vinieron al Callao en tren directo y desde el país de las calaveras, por el solo placer de dar un susto mayúsculo al par de tagarotes que hacía centinela en el bastión del castillo.