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La Acción Francesa le apoyará; saldrá usted con dos conservadores, que se disfrazarán de moderados; yo y Chaulard, el liquidador, corremos con los gastos...» ¿Qué hubiera hecho usted en mi lugar...? Hubiese aceptado. ELOY. ¡Yo lo rechacé! ¡No se ha hecho ese pan para mis dientes! EL JUEZ. ¡Bah! ¡La cuestión es comer!

¡Tiros! dijo el Presidente, ¿a que estamos ganando una batalla sin saber una palabra?... No corremos ese riesgo entró gritando el portugués; sálvense Vuestras Excelencias, sálvense: aquí quedo yo, que soy portugués y basto para cien casteçaos. Os perdono dijo entonces volviéndose a los que ya entraban, os perdono, casteçaos; daos, que no os quiero matar.

Al indicar los argumentos de los dramas, de los cuales no era dado prescindir, corremos el riesgo de no guardar el justo medio entre la nimia prolijidad y la extremada concisión, puesto que la indecible riqueza de la literatura dramática española impide por una parte extenderse demasiado en el análisis de cada composición, y por la otra se tropieza con la dificultad de ser demasiado áridos ó desagradablemente compendiosos, defectos ambos censurables.

Antes de esa edad corremos el riesgo de dejarnos llevar de impresiones fugaces y transitorias. A los 25 años nuestro espíritu ha logrado ya cierto grado de serenidad y nuestros sentidos una dulce calma que no conturba nuestros juicios. Antes, todo es emoción indisciplinada, torbellino de sensaciones, exaltación sin fundamento, inconsciencia, capricho, delirio.

Marenval hizo un signo de asentimiento. Luego preguntó: ¿Cree usted que nos perseguirán? Dentro de una hora lo sabremos. Pero eso no me inquieta. Corremos como el viento y no será un aviso del Estado el que pueda darnos caza. Esos ingleses saben hacer barcos, no hay que negarlo. Aquí tiene usted un navío de recreo que corre como un torpedero. ¿Mantendremos mucho tiempo esta velocidad?

Se dispone a partir. Ahora acaba de estar aquí un capitán de navío, el cual me ha dicho que milord ha fletado el bergantín inglés <i>Deucalión</i>, que sale mañana. ¿Pero no corremos a impedirlo? dijo Inés con gran zozobra . Aún es tiempo. Eso será de cuenta de doña María. Pero será forzoso avisarle que el <i>Deucalión</i> sale esta noche y que lo ha fletado lord Gray.

Sin embargo, hoy se invoca aún por cierta escuela la moralidad de aquellos tiempos. Cierta escuela grita aterrada que tocamos ya un período disolvente, que nos precipitamos por instantes en un abismo de perdicion. La escuela á que me refiero dice bien: corremos por instantes á la disolucion.... de dicha escuela. A las once en punto entraba en el patio del hotel de Feydeau.

Si me vuelvo á mi pais, los Abaros y los Bulgaros lo talan todo á sangre y fuego; si á Portugal, me queman; si nos quedamos en este pais, corremos peligro de que nos asen vivos. Mas ¿cómo nos hemos de resolver á dexar la parte del mundo donde reside mi baronesita?

¡Ah! ¡Qué amigos estos! exclamó ella en lo último de la angustia ¡Y luego nos injurian si al vernos desamparadas corremos a la degradación! Bueno, bueno; me perderé, me arrastraré». Miquis cerró los ojos para no verla. Si la veía un momento más estaba perdido... Por lo que, sin añadir una palabra, echó a correr fuera del gabinete y de la casa.

Hablo de los diez de abril, tres de octubre, siete de julio veintinueve de septiembre, y otras ejusdem farinoe, no menos zarandeadas, en estos tiempos que corremos, por los campeones de la política militante, ya como gloria, ya como afrentas. Tampoco se halla impresa en ninguna parte con sangre de libres ni de esclavos, ni recuerda patíbulos, ni asonadas, ni siquiera un mal cintarazo.