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Deseaban ciertos mozos recibir el Pan de los Ángeles; mas el Padre les dió á entender que no se lo concedería jamás si primero no corregían y enmendaban cierta libertad que tenía algún resabio de gentilismo; ellos, sin otra diligencia, obedecieron luego; y aunque les costaba no poco, se enmendaron totalmente de la dicha costumbre.

Y bien podía suceder, porque algunas que entraban allí cargadas de pecados se corregían de tal modo y se daban con tanta gana a la penitencia, que no querían salir más, y hablarles de casarse era como hablarles del demonio... Pero no, Fortunata no sería así; no tenía ella cariz de volverse santa en toda la extensión de la palabra, como diría doña Lupe.

Por tu culpa: ¡ aprobabas todo lo que ella te decía! ¡Bah, eran fantasías propias de su edad! ¿ lo crees? Eran caprichos de una déspota insoportable. , pero ¡qué corazón y qué sinceridad! ¡Jamás una mentira salió de sus labios! ¡Qué hermosa mirada resplandecía en sus ojos cuando se le corregían sus faltas!... siempre leves.

El amor fraternal con que Goethe se unió a Schiller; el influjo benéfico que ejerció en él; el mayor y más alto influjo que Schiller, por repetidas confesiones de Goethe mismo, ejerció en su alma; las Xenias, que escribieron juntos; las más bellas obras del uno y del otro, que mutuamente se consultaban, se corregían y hasta se inspiraban, prueban que Goethe no era egoísta, o al menos, que si lo era, era el más amable y excelente de los egoístas.