United States or Greenland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Entonces dio un suspiro mayor, diciendo para : También nosotros nos hundimos; también a nosotros se nos ha caído la casa encima. Acordose entonces de Sola, a quien había dejado en su casa esperando el resultado de aquella visita, y no pudo menos de traer también a la memoria las corazonadas de la huérfana antes de salir de los Cigarrales.

Pero en medio de su inmensa tarea, no cesaba de tener corazonadas pesimistas, y exclamaba con tristeza: «¡Si me parece mentira!... ¡Si yo no he de verlo!...». Y este presentimiento, por ser de cosa mala, vino a cumplirse al cabo, porque la alegría inquieta fue como una combustión oculta que devoró la poca vida que allí quedaba.

Salió del teatro, subió por la calle de Roma, atravesó la Plaza del Pan y entró en la del Águila. Al llegar a la Plaza Nueva se detuvo, miró desde lejos a la rinconada... no había nadie al balcón.... Ya lo suponía él. No siempre salen bien las corazonadas.

Tiene a lo mejor algunas corazonadas felices; pero cuando menos se piensa la pega... El mejor día abandona a su niño o lo mete en la Inclusa... No, eso que no se lo consentimos. Si el pobrecito tiene una madre descastada, no le faltará quien mire por él. Cuando esto pensaba, sintió subir a otra persona.

Volvió al salón. No había nadie. «No podía ser». Entró en el gabinete de la Marquesa.... Tampoco vio entre las sombras ningún cuerpo humano. Todo era sillas y butacas. Sobre ellas ningún bulto de mujer. «No podía ser». Con aquella fe en sus corazonadas, que era toda su religión, Álvaro buscó más en lo obscuro... llegó al balcón entornado; lo abrió... ¡Ana! ¡Jesús!

Sobre todo, ¿por qué no amaba todavía al hijo de sus entrañas, en cuanto hijo, no en cuanto concepto?... «¿Hijo o hija? Misterio pensó Bonis, que en aquel instante dudaba de la sanción que la realidad presta a las corazonadas . Tal vez hija; aunque, ¡Dios no lo quiera! Misterio». Y levantó el embozo de la cama, y se metió entre sábanas.

En obsequio á la verdad, la mujer del tío Nardo no necesitaba de tantas ni tan buenas razones para oponerse á los proyectos de su hijo: era su madre, y con los ojos de su amor veía á través de los mares nubes y tempestades que obscurecían las risueñas ilusiones del ofuscado niño; pero el tío Nardo, menos aprensivo que ella y más confiado en sus buenos deseos, apoyaba ciegamente á Andrés; y entre el padre y el hijo, si no convencían, dominaban á la pobre mujer, que, por otra parte, respetaba mucho las corazonadas, y jamás se oponía á lo que pudiera ser permisión del Señor.

No si existe, en otra parte que en las comedias, aquello de las corazonadas o del flechazo amoroso, repentino e irremediable, pero lo cierto es que este diálogo, en medio de las luces y de las flores del salón, bastó para que los dos primos se entendieran, y en el apretón de manos con que pusieron punto final a la entrevista, se dijeran muchas cosas, que los labios no habían osado proferir.

Cuando lo veamos te diré si aciertas... No me fío de tus corazonadas. Siempre estás con que mañana, que mañana... Dios es bueno. Conmigo no lo parece. No se cansa de darme golpes: me apalea, no me deja respirar. Tras un día malo, viene otro peor. Pasan años aguardando el remedio, y no hay ilusión que no se me convierta en desengaño. Me canso de sufrir, me canso también de esperar.

Aquella cabeza era la de usted prosiguió la momia . Usted se reirá; pero yo no; porque la experiencia me ha enseñado a dar un gran valor a mis corazonadas, y en el tiempo escaso de nuestro conocimiento he podido apreciar las notables prendas de usted. ¡Oh! , todavía hay caballeros; pero pronto, muy pronto quizás no haya ninguno. Adiós.