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Pero si alguna confianza le inspiraron mis palabras aquel día, bien poco le duró a la infeliz; porque a la mañana siguiente, tras una noche de lluvias torrenciales, apareció radiante el sol en un cielo sin nubes, y el suelo del valle y las laderas de los montes desnudándose a toda prisa de sus blancas y espesas envolturas, que, convertidas en arroyos cristalinos y murmurantes, corrían por prados y regateras a sumirse en el álveo del Nansa, henchido ya hasta las malezas de sus bordes, entre las cuales iba dejando el río la carga de sus espumas.

Más os prefiero así que convertidas en señoras tramposas, que pierden hasta su honor por engañar al mundo. Y en cuanto a ese Rafaelito, o estudiará, haciéndose hombre de provecho, o lo arrojarás de tu casa.... Porque eso , hija mía: ¡yo no mantengo pigres! Al anochecer murió Juanito. La válvula vieja y gastada que parecía mugir dentro de su pecho fue aminorando lentamente el fatigoso movimiento.

Después la procesión se metió en las lenguas del río que inundaban los callejones. Era un espectáculo extraño ver toda aquella gente empujada por la fe, descendiendo por las callejuelas convertidas en barrancos. Los devotos, levantando el hachón sobre sus cabezas, entraban sin vacilar agua adelante hasta que el espeso líquido les llegaba cerca de los hombros. Había que acompañar al santo.

Y firmaba: «Trifón Cármenes». Todas aquellas necedades ensartadas en lugares comunes; aquella retórica fiambre, sin pizca de sinceridad, aumentó la tristeza de la Regenta; esto era peor que las campanas, más mecánico, más fatal; era la fatalidad de la estupidez; y también ¡qué triste era ver ideas grandes, tal vez ciertas, y frases, en su original sublimes, allí manoseadas, pisoteadas y por milagros de la necedad convertidas en materia liviana, en lodo de vulgaridad y manchadas por las inmundicias de los tontos!... «¡Aquello era también un símbolo del mundo; las cosas grandes, las ideas puras y bellas, andaban confundidas con la prosa y la falsedad y la maldad, y no había modo de separarlas!». Después Cármenes se presentaba en el cementerio y cantaba una elegía de tres columnas, en tercetos entreverados de silva.

Seguían obstruyendo el fondo de la quebrada, pero en muchos sitios estaban desconocidas porque las cubrían restos negruzcos, mezclados con lodo. Las rocas pizarrosas que dominaban el alfoz parecían convertidas en una especie de pasta y se derrumbaban en anchas hojas. El negro fondo que se filtraba por las paredes del desfiladero se hundía con sordo chapoteo en la nieve medio líquida.

El corro de las brujas deja caer en el fondo de la corriente, la piedra que todas en un remolino llevaban por el aire, y huyen convertidas en murciélagos. El entierro se vuelve hacia la aldea y desaparece en una niebla. El Caballero, como si despertase de un sueño, se halla tendido en medio de la vereda. La luna ha trasmontado los cipreses del cementerio y los nimba de oro.

Enviábanse las dos, por encima de la enorme extensión azul, el centelleo de sus techumbres y vidrieras, convertidas por el sol en placas de fuego. Unos vapores iguales a casas flotantes iban de una a otra orilla, estableciendo la comunicación entre ambas poblaciones.

Dan impulsos de traer á aquellos parajes una colmena, para probar si la vista del hogar doméstico las hace romper el encanto que las tiene convertidas en pequeñas y mudas estatuas. Es esta flor la singularidad más peregrina que hemos visto.

Tal vez esta riada era la definitiva. ¿Quién sabe si serían ellos los destinados a perecer con las últimas ruinas de la ciudad?... Las mujeres gritaban asustadas al ver las míseras callejuelas convertidas en acequias. ¡El pare San Bernat!... ¡Que traguen al pare San Bernat! Los hombres se miraban con inquietud. Nadie podía arreglar aquello como el glorioso patrón.

Pero esta marcha es tanto mas oculta, y dificulta tanto mas conocer la causa del mal, cuanto mas se generaliza este por una propagacion creciente, y á medida que, partiendo de un órgano ó aparato orgánico determinado, penetra sucesivamente en todos, y concluye por fijarse, confundiéndose con los hábitos funcionales y vitales, con sus propiedades convertidas en menos refractarias ó vivas, pero no por eso menos perniciosas.