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¿Qué es eso? exclamó volviéndose . Parece que anda por aquí el zorro. El marqués le cogió del brazo. Primitivo... articuló en voz baja y ahogada de ira . Primitivo que nos atisbará hace un cuarto de hora, oyendo la conversación.... Ya está usted fresco.... Nos hemos lucido.... ¡Me valga Dios y los santos de la corte celestial!

No pudo resistir a la tentación y dio cuenta a ésta de la conversación que acababa de tener con el paisano en tono de broma y haciendo comentarios humorísticos como quien está bien seguro de lo disparatado del asunto. Clara se puso pálida, luego roja como una brasa, y renunció a comer por el momento dando señales de profundo abatimiento.

De día, bandadas de petimetres de guante amarillo y bota de charol, hormigueaban en la playa. Han visto á alguna persona que estaba sola. ¿Sola? ¿Por qué lo está? Y empiezan los cuchicheos. Acércanse y tratan de entablar conversación por medio del niño, al cual regalan algunas conchas. En una palabra, la señora, sin saber qué hacer, importunada, permanece en casa ó sólo sale de mañanita.

Como yo servía la mesa, pude oír la conversación, y entonces conocí mejor el carácter del viejo Malespina, quien si primero pasó a mis ojos como un embustero lleno de vanidad, después me pareció el más gracioso charlatán que he oído en mi vida.

Siento cierto remordimiento pensando en que quizá aquella malhadada croniquilla que escribí, relatando la conversación que tuvo conmigo, haya podido influir en la postergación de un hombre de los méritos agrícolas de Eleuterio. En el «buffet», Julia Elena, como esposa del presidente del Jockey, hace los honores de la casa, con la discreción, la finura y el buen gusto en ella habituales.

Llegados aquí, cambié de conversación y me libré de los informes «inspirados» de Jorge. Si los diplomáticos no han obtenido datos más exactos que los de mi amigo, bien puedo decir que, por lo menos en esta ocasión, no ganaron su sueldo. Durante mi permanencia en París escribí a la señora de Maubán, pero no me atreví a visitarla.

Así que manifestó claramente su desabrimiento cuando Villa le dijo que por la tarde había charlado un rato con aquélla a la reja, y que el tema de su conversación había sido él. Yo creo, don Alfredo profirió el mancebo muy amoscado, que no había necesidad de que usted se metiese en cosas que no le importan.

La primera noche que estuve en Lucban, fuí presentado en la casa de la capitana babae, ó sea la Reina de las taga-bayan, guapa mestiza china, de labios muy finos, mirada penetrante, conversación amena y sentimientos fríos y calculadores.

También Antoñita se acercaba alguna vez a su prima como vasalla que rindiera homenaje a su reina, preguntándole por su salud y burlándose con ella de esas fachas ridículas que suelen verse hasta en los salones más distinguidos ni más ni menos que si fuesen allí para ofrecer un tema de conversación a los que no tienen asuntos de que hablar.

María Antonia, por primera vez después de su conversación y olvidada de su conversión, le dirigió entonces una mirada larga, fogosa, dulce y llena de promesas. Aproximando luego su rostro al de él, hasta el punto de que penetró por su boca y por sus narices el aliento de ella, dijo ella quedito y con desmayada dulzura: Ven de noche a casa. Nadie te verá y no lo sabrá nadie.