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Pero, ¡qué loco sois, Godfrey, en salir así con medias y zapatos de baile, vos, uno de los elegantes de la fiesta y de una fiesta que se da en vuestra casa! ¿Qué significan estos arranques? ¿Se ha mostrado cruel la señorita Nancy y queréis contrariarla estropeando vuestros carpines? ¡Oh! todo ha sido desagradable para esta noche.

Y me contó el episodio del día. ¡Cuando yo decía que es una joven deliciosa! exclamé. Lacante arrugó la nariz y movió maliciosamente la cabeza. , dijo, deliciosa y dócil... Se ha comido animosamente su chuleta... pero... no ha tomado postre. ¿Qué dice usted de esto?... No he querido contrariarla y he hecho como que no lo observaba... Pero lo he visto y comprendido perfectamente.

En fin, le dije: «Vamosno queriendo contrariarla. Echamos a andar preguntando el camino de vez en cuando, y por último llegamos a la Celle. «El campo Quemado, me dijo un segador, está allá, en lo bajo del camino. ¿Qué va usted buscando en el campo Quemado? No hay por allí nada bueno.» «Buscamos a una familia de pobres que vive allí.» «Entonces allí la encontrarán ustedes.

Pensó con alegría que lo que su novia ejecutaba, después de todo, nada tenía de censurable; que su piedad y su misticismo eran el reflejo de un noble y elevado espíritu; que esta misma piedad era la prenda más segura de su felicidad conyugal, pues la guardaría de las vanidades a que otras mujeres se entregan después de casadas; que nada tenía de particular que la pobrecita desease que su novio fuese creyente y devoto, dadas sus ideas acerca de la salvación eterna, y que en este concepto él había hecho muy mal en contrariarla de un modo tan obstinado, hiriéndola en lo más vivo de su fe sencilla y admirable.

La mamá mostrábase con él amable y cariñosa como jamás la había visto; tenía arranques de lirismo casero, se enternecía reuniendo toda la familia en la mesa, y él, por no contrariarla, permanecía en Burjasot, víctima de las contradicciones de su carácter, tan pronto atraído por la «querencia» a la cocina, como pensando en Tónica con la dulce nostalgia del enamorado.

Los otros hombres se esforzaban por adularla y serle gratos, mientras que Miguel mostraba un carácter imperioso, semejante al suyo, discutiendo con ella, atreviéndose á contrariarla. Algunas vecen salían juntos á caballo para galopar por el Bosque de Bolonia bajo la vigilancia de Toledo. Un tormento para don Marcos.

La tía había intentado defenderse, alegando que era vocación de su hija y que su conciencia no le permitía contrariarla; pero el conde la atajó con energía, manifestando que para creer en esa vocación era menester demostrarla. Mira, chica, sácala del convento; pero no para encerrármela en casa, como la otra vez. Que vea el mundo, que entre en sociedad, que asista a teatros, paseos y tertulias.

Pero si hubiese meditado los resultados de las pequeñas dósis propinadas por el principio de los semejantes, tal vez hubiera proclamado la superioridad de este método al de la espectacion, porque ayuda á la naturaleza sin contrariarla, y sin traspasar sus tendencias.

Esta palabra pareció contrariarla; retiró bruscamente su mano, y volviéndose hacia Mervyn que bostezando se secaba al sol, púsose á acariciarlo: ¡Oh! tonto, gran tonto dijo. ¡Qué bestia eres! En tanto, manaba yo agua sobre la hierba como una regadera, y no sabía qué hacer de mi individuo, cuando la joven volviéndose á , me dijo con bondad: Señor Máximo tome la barca y márchese pronto.

¡A nada!... A la noche volví y hablé con don Casiano largamente; le expuse con toda franqueza mis aspiraciones y hasta lo que tengo y lo que tendré con el tiempo en punto a recursos: llegué a decirle que liquidaría todo y me vendría a establecer aquí; el buen viejo me trató con toda consideración; pero diciéndome invariablemente: «Vea, señor, lo que ella resuelva, estará bien... ¿qué quiere que yo me ponga a contrariarla?... háblele usted, no más... y si es por visitarla, puede venir cuando quiera». Así lo hice; el martes, casi pasé el día allí; comí con ellos, tocamos el piano, conversamos largamente; volví ayer... hemos estado horas y horas solos; pero la última palabra de la Pampita al despedirme fue la primera: «Me debo a mi padre y no lo abandonaré en sus últimos años». «¿Me permite usted que la frecuentele dije teniéndole la mano tomada. «Siempre me será grata su visita», me contestó, y cuando salí por la tranquera para venirme, la vi en el corredor; la saludé con el sombrero y ella me contestó con la mano.