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Días y noches de la zona intertropical.= Consideremos ahora algunos puntos particulares de la Tierra. En el ecuador, durante todo el año, la duración del día y de la noche son iguales, teniendo cada uno de ellos doce horas.

Menester es también que, como aquel público para quien se escribían esas piezas, consideremos como sucesos ordinarios á las muertes causadas por los celos, por la venganza ú otros motivos análogos, sin impresionarnos por ellas vivamente, ni creer que interrumpan en lo más mínimo la tranquilidad del espectáculo, porque muchas veces encontramos el deber de vengar la muerte de un pariente en lucha con otros deberes, la ocultación de alguno que ha matado á su adversario en desafío, ú otros sucesos de la misma índole, trágicos, según nuestras ideas, pero usados entonces como resortes de los enredos más cómicos; á menudo vemos también, en medio de escenas de la misma clase, que un padre ó un hermano sacan su espada y matan á la hija ó á la hermana, de quienes recelan, afligiéndonos y haciéndonos sospechar un desenlace triste, mientras que los españoles de entonces no se preocupaban mucho de estos hechos, ni se perturbaba en lo más mínimo por esos casos frecuentes la serenidad aneja al conjunto dramático.

Consideremos una cosa que es, y trasladémonos al tiempo en que no fué. Prescindamos de todo lo que no sea ella misma, no supongamos ningun otro ser que la pueda haber producido, ó que tome parte en su produccion; yo afirmo que vemos evidentemente que el tránsito al ser, no se hará jamás.

Ora consideremos el Universo, ó sea el conjunto de todas las cosas, como substancia eterna con poder inmanente para desenvolverse y manifestarse en apariencias distintas, ora como creación de una voluntad y de una inteligencia soberanas, el hombre, por un estímulo irresistible que hay en él, y por los bríos y por la virtud que producen ese estímulo, se siente movido á mejorar y adaptar las cosas ya existentes, sacando de ellas algo nuevo, ya para su propia utilidad, ya para su propio deleite.

Consideremos ahora que el valor del círculo depende del radio, lo cual nos da C = funcion x . Ecuacion que nos lleva á concebir el círculo bajo la idea general de una funcion de su radio ó de x, y por consiguiente nos autoriza á someterle á todas las leyes á que una funcion está sujeta y nos conduce á las propiedades de las diferencias, de los límites, y de las relaciones de estos; con lo cual entramos en el cálculo infinitesimal cuyas expresiones nos presentan la identidad bajo una forma que nos recuerda una serie de conceptos de análisis detenida y profunda.

De estos principios nace el que los religiosos compañeros no reconocen superioridad en los curas, ni éstos se atreven a obligarlos y tratarlos como súbditos; de modo que ni unos ni otros conocen superior alguno dentro de esta provincia, porque por parte del real patronato el gobernador y teniente somos solamente unos celadores que debemos avisar al vicepatrono lo que consideremos digno de su noticia, y nada más.

Las montañas comparadas con el globo terrestre.= Ahora es fácil darse cuenta de la importancia de las desigualdades de su superficie. Consideremos las montañas más elevadas del globo.

Considerémos quantos objetos se presentan á nuestros sentidos en el discurso de una larga vida, y hallarémos que las imágenes de todos se hallan en la mente. Considerémos tambien de quántas maneras combinamos, ó separamos tantos objetos, y las imágenes que tenemos de estas combinaciones.

Consideremos primero el FAUSTO como drama sencillo, como drama humano; esto es, no veamos en él sino la primera parte, descartando de ella todo aquello que justifica, pide y exige la creación de la segunda. Y hablemos después de la segunda parte, y de todo aquello que hace del FAUSTO un poema misterioso, enciclopédico, filosófico y con pretensiones o realidades de archi-profundo.

Necesario es, por tanto, que consideremos al drama religioso de la Edad media como una fuente importante del drama moderno, aunque no como la única, sino como una de tantas como contribuyeron á su formación. Grave yerro sería, sin duda, pensar que las hermandades, de que hemos hablado hace poco, absorbiesen en toda la actividad dramática de la época.