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¡Qué lástima, Isidorito, que usted no hubiese estudiado para médico! ¡No por qué se me figura que habría de tener usted mucho ojo para las enfermedades! El joven se ruborizó de placer. Doña Gertrudis, me honra usted demasiado; no tengo otro mérito que el de fijarme bien en lo que traigo entre manos, lo cual me parece de absoluta necesidad en cualquier carrera a que uno se consagre.

El presbítero, hermano de Pérsida, se ha apoderado de Trifena, no quiere que se case con un pagano y se empeña en que se consagre en los altares y en que viva entre las vírgenes del Señor. Trifena logra escapar y busca amparo entre los brazos de su padre. Amotinado el pueblo cristiano y guiado por el clero fanático, viene en busca de Trifena y quiere llevársela.

La igualdad que el Cristianismo y la Revolución coinciden en reconocer, está por bajo, o mejor dicho, está antes que toda doctrina religiosa o filosófica: es la igualdad radical y esencial de la naturaleza humana, con los derechos y deberes que de ella nacen y que en ella se fundan, con tal evidencia, que basta el sentido común para que la reconozcamos, si bien importa que la religión la consagre y que las leyes, revolucionarias o no, la sostengan y amparen contra la violencia y la injusticia.

En mis paseos delirantes descendia a la profundidad de las cavernas de la muerte para estudiar su causa en sus efectos, y desde los montones de huesos y del polvo de los sepulcros, me atrevia a sacar consecuencias criminales; consagre las noches en aprender las ciencias secretas olvidadas hace ya mucho tiempo.

Todo el que se consagre a propagar y defender, en la América contemporánea, un ideal desinteresado del espíritu arte, ciencia, moral, sinceridad religiosa, política de ideas , debe educar su voluntad en el culto perseverante del porvenir.

Como las nubes de mirra Que perfuman el sagrario, Y brotan del incensario De las brazas al calor, Al fuego del entusiasmo De mi cabeza han brotado Los cantos, que he consagrado A la Patria y al Señor. Jamas prodigué alabanzas A un miserable tirano, Ni del pueblo soberano Las banderas deserté: Fija la vista en el cielo, Nutrido de amor intenso, A Dios y al Pueblo el incienso Del corazon consagré.

Como los demás papeles, aunque relacionados con el caudal de mi tío, no me ofrecían gran interés, renuncié a su detenida lectura por entonces, y consagré el tiempo que tenía bien de sobra a espaciar la imaginación, a ojos cerrados, por el campo variadísimo de los sucesos de aquel día. Así me cogió el sueño muy cerca del amanecer.

LEONOR. Esa es la torre; allí está, y maldiciendo su suerte espera triste la muerte, que no está lejos quizá. ¡Esas murallas sombrías, esas rejas y esas puertas, al féretro sólo abiertas, verán tus últimos días! ¿Por qué tan ciega le amé? ¡Infeliz! ¿Por qué, Dios mío, con amante desvarío mi vida le consagré?

En cambio yo aún puedo consagrarte una palabra, maldiciendo al ruin escéptico que te niega, y al filósofo corrompido que te confunde con los intereses de un día. A este sentimiento consagré mi edad viril y a él consagro esta faena de mis últimos años, poniéndole por genio tutelar o ángel custodio de mi existencia escrita, ya que lo fue de mi existencia real.

PANTOJA. ¡Qué feliz oportunidad! Así me evita el ir al convento. EVARISTA. Hija, que estudies. Yo me retiro. Volveré luego. EVARISTA. Adiós. Cultive usted, Electra, con discernimiento ese arte sublime. Consagre usted todo su talento al gran Bach... para que se vaya asimilando el estilo religioso. ELECTRA; al poco rato CUESTA. Bach... para que me asimile... ¡qué gracia! el estilo religioso.