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Cuán desviados andan de lo cierto los que ven neciamente en la fuerza el único medio de traer á la verdad de la fe á todas aquellas gentes que ó no la conocen, ó que para mal suyo la desprecian!

La navegación del estrecho de San Bernardino, constituye uno de los derroteros más bellos y variados que se conocen. Desde la bahía de Manila á las aguas del Pacífico, hay unas trescientas millas en las que se admiran toda la riqueza del suelo filipino.

Mientras la madre pronunciaba las palabras que dejamos escritas, hecho el examen de la levita de su hijo, éste se sentó en el poyo del portal, entre las dos puertas; y limpiándose luego con el pañuelo del bolsillo el polvo de sus zapatos, replicó vivamente: Eso lo dice usted aquí porque no hay comparanza; pero si me viera al lado de don Damián como yo acabo de verme.... ¡Tisana, qué levita!...; ¡aquéllas que son costuras!... Ni siquiera se conocen.... ¡Y qué corte!

A me llaman Felipe; pero si algún día me busca usted, pregunte por Castelar, pues así me conocen, porque me gusta hablar con las personas y en la taberna soy el único que puede leer el periódico a los compañeros. Ese muchacho que pasa con el cesto de pescado es Chispas, a su patrón le llaman El Cano, y así estamos bautizados todos.

Supongamos que se me habla de un sugeto importante que no puedo tratar ni ver, y curioso yo de saber algo de su figura y modales, pregunto á los que le conocen personalmente.

¿Hay nada más torpe en estos hombres amigos de usted que le ven parado en una calle, y no conocen que cuando está usted parado es porque no quiere andar, que cuando está callado es que no quiere hablar? ¡Dios me libre de un hombre amable! No iré a su casa, porque me convidará.

Los cuatro más notables en esta multitud de astros telescópicos son Palas, Juno, Vesta y Ceres, precisamente los primeros descubiertos. Hoy se conocen 271 de estos cuerpos celestes. Los cometas.

En él y en el santo es donde mejor se expresa la profunda identidad de los seres; por eso ambos conocen intuitiva, directamente, sin necesidad de experiencia, el corazón de los hombres. «Me ocultáis faltas muy graves decía San Juan de la Cruz á sus oyentes. ¿Ignoráis que vuestras almas forman parte de la mía?

Oíd: iréis á buscar al alcalde de casa y corte más duro, más valiente, más á propósito para no dejarse engañar por Quevedo. Ruy Pérez Sarmiento, es que ni pintado. Bien: diréis á ese señor... le mandaréis que sin perder un momento, suelte por Madrid cuantas rondas de alguaciles pueda en busca de don Francisco. Todos le conocen.

Los indios conocen la falta de autoridad de su corregidor y cabildo, les pierden el miedo, que es el único motivo que les obliga a trabajar, y todo se convierte en desorden.