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Este pensamiento hizo flaquear mi valor: me aterraba infinitamente más que la perspectiva del cadalso. Sentía dentro de fuerzas bastantes para mirar a la muerte cara a cara, y al mismo tiempo me contemplaba incapaz por entero de soportar la vista de un público curioso y hostil. Congojado y muerto de vergüenza salí por la puerta de la cárcel entre un grupo de curas, soldados y carceleros.

A sólo Sancho se le escureció el alma, por verse imposibilitado de aguardar la espléndida comida y fiestas de Camacho, que duraron hasta la noche; y así, asenderado y triste, siguió a su señor, que con la cuadrilla de Basilio iba, y así se dejó atrás las ollas de Egipto, aunque las llevaba en el alma, cuya ya casi consumida y acabada espuma, que en el caldero llevaba, le representaba la gloria y la abundancia del bien que perdía; y así, congojado y pensativo, aunque sin hambre, sin apearse del rucio, siguió las huellas de Rocinante.

Al salir el Padre Arrigoitia del cuarto de la que bien podemos llamar moribunda, después de haber pronunciado las palabras de la absolución, sintió detrás de la puerta el ulular de un congojado pecho, y oyó una voz que decía: Gracias... muchas gracias.... Lucía estaba allí y lloraba a mares,

Es, pues, el caso que el estómago del pobre Sancho no debía de ser tan delicado como el de su amo, y así, primero que vomitase, le dieron tantas ansias y bascas, con tantos trasudores y desmayos que él pensó bien y verdaderamente que era llegada su última hora; y, viéndose tan afligido y congojado, maldecía el bálsamo y al ladrón que se lo había dado.

Este pensamiento hizo flaquear mi valor: me aterraba infinitamente más que la perspectiva del cadalso. Sentía dentro de fuerzas bastantes para mirar a la muerte cara a cara, y al mismo tiempo me contemplaba incapaz por entero de soportar la vista de un público curioso y hostil. Congojado y muerto de vergüenza salí por la puerta de la cárcel entre un grupo de curas, soldados y carceleros.

Yo le supliqué que lo dejase, poniéndole por delante que si los niños olían poeta no quedaría troncho que no se viniese por sus pies tras nosotros, por estar declarados por locos en una premática que había salido contra ellos, de uno que lo fue y se recogió a buen vivir. Pidióme que se la leyese si la tenía, muy congojado. Prometí de hacerlo en la posada.

Yo le supliqué que lo dejase, poniéndole por delante que si los niños olían poeta no quedaría troncho que no se viniese por sus pies tras nosotros, por estar declarados por locos en una premática que había salido contra ellos, de uno que lo fue y se recogió a buen vivir. Pidióme que la leyese si la tenía, muy congojado. Prometí de hacerlo en la posada.

El triste doloroso del Prelado A su casa se vuelve, no cesando De gemir y llorar muy congojado, Por ver su oveja irse condenando. Allí le hace estar emparedado; Con barro las ventanas le tapando: Fianzas d