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Se considera á las sales de amoníaco como estimulantes, resolutivas, diuréticas, sudoríficas, y se las usa en casos de infartos crónicos, de catarro, etc. Solo hablarémos del subcarbonato y clorhidrato por tener los dos efectos semejantes, y permitir por lo tanto confundirlos en un mismo estudio.

El poderoso Patriarca de Alejandría había tenido un hijo en su juventud, como él Alfonso de nombre, y que, como él, llegó á ser con el tiempo Arzobispo; y aunque las historias suelen confundirlos por las circunstancias de ser ambos Arzobispos, ambos Fonsecas de apellido, ambos Alfonsos de nombre, y ambos, en fin, patronos de grandes fundaciones, fácil es distinguirlos cuando en ellos se para bien la atención.

Sin embargo, las esperimentaciones hechas en el hombre sano han suministrado síntomas que anuncian un medicamento activo; pero es preciso no confundirlos con otros síntomas procedentes de enfermedades curadas con fórmulas compuestas, y de casos de envenenamiento en los que la asafétida no ha jugado sola; en resúmen, admitimos, en union con el mayor número de terapéuticos, algunas de sus propiedades reveladas por la clínica, y asentimos ciegamente á la eficacia que se la atribuye en las flatuosidades, las indigestiones, los cólicos, la timpanitis, la odontalgia, las convulsiones, la parálisis, y en casi todas las enfermedades, á ser ciertas las aserciones de una treintena de autores.

El olfato se adiestra para atinar con los perfumes distinguidos y para no confundirlos con los que sahúman o aromatizan a la gente ordinaria; el tacto adquiere perspicacia asombrosa para reconocer y disfrutar lo suave, aterciopelado, tibio y madoroso; y el paladar, por último, deja de estar embotado por los groseros guisotes patrios, se limpia y se despeja y llega a penetrarse de cuantos deliciosos sabores dan a sus guisos los más inspirados cocineros del mundo.

Y sin aguardar más resuelve confundirlos. No se despoja de una sola prenda del uniforme, que esto queda para los neófitos; toma vuelo, y al llegar al borde del agua se vuelve y da el salto, pero con tan mala fortuna que los pies se le enredan en unos juncos y cae de espaldas tan largo como era enmedio del arroyo.

Todavía no ha llegado para la hora de la indulgencia; tengo antes que condenar y que castigar... ¿Estás seguro de lograrlo? Los culpables no pueden escapar; los tengo en mis manos. Me basta presentarme para confundirlos. Su única seguridad consiste en el convencimiento de que no volveré más. Pero si conozco sus crímenes, no las razones que tuvieron para cometerlos.

Por esta razon juzgamos pueril y anticientífica la falta tantas veces lanzada contra la materia médica pura, de dar á todos los medicamentos un gran número de síntomas que se asemejan y parecen confundirlos.

Yo, como tantos otros, les debo acaso a esos ensayos fracasados alivio y enseñanzas útiles. Demostrándome que no soy nada, lo que he hecho me ha dado la medida de los que son algo. Esto que digo es modestia a medias; pero no le extrañará a usted que no distinga la modestia del orgullo cuando sepa hasta qué punto me es permitido confundirlos.

Después de lo ocurrido, este hombre era para él algo sagrado. Y se abandonó otra vez á su desaliento, mientras Alicia seguía hablando. Mi ensueño se desvaneció. Mi hijo ha vuelto á ser mi hijo y el otro es un hombre. Imposible confundirlos de nuevo en una sola persona.

Además, me decía yo, aunque el sello de casta y el de nacionalidad sean indelebles, sin que acierte a borrarlos o a confundirlos la continua convivencia y el íntimo comercio espiritual, en esta época en que tanto se escribe, se lee y se viaja, en este siglo del vapor y la electricidad, del ferro-carril y del telégrafo, todavía no logro persuadirme de que haya también un sello de provincialidad, como hay sello de nación, de tribu o de casta.