United States or Burkina Faso ? Vote for the TOP Country of the Week !


Fuerza era que yo amara á alguien. ¡Lo confesáis! Había pretendido que no lo supiérais; había tomado mis medidas para ocultároslo; pero como vuestro acento me amenaza, y ningún derecho tenéis sobre , sino delante del mundo, y aquí estamos solos, os lo confieso: amo á un hombre y soy suya... es más... lo seré. ¿Y quién es ese hombre? Don Francisco de Quevedo. ¿Y está aquí? Aquí está.

¿Y para qué eso? Créame el duque su enemigo en buen hora. Yo nunca he cedido... me equivoco porque soy hombre, pero jamás lo confieso... al menos á la persona respecto á la cual he caído en error.

No lo ; yo no lo había notado, lo confieso, pero ya me voy inclinando a su parecer. Estas escenas nocturnas.... Son los nervios, Quintanar. Pues guerra a los nervios ¡caracoles! ... Nada; fallo; que debo condenar y condeno esta vida que haces, y desde mañana mismo otra nueva.

¡Oh!, no..., eso no puede ser. Yo declaro y confieso mis actos, pero no puedo confesar los de los demás. Aunque ellos me otorgasen permiso, bien pueden ustedes estar seguros de que no lo haría, pues me parece pecado dar a los impíos armas para matar a los buenos cristianos...

Confieso que no me preocupé gran cosa, y después de almorzar me fui a la calle, como todos los días; pero al regresar a la hora de comer hallé la casa en un estado de agitación que me sorprendió altamente. «Van a traer el Viático a doña Raquel», me dijo el criado con tono confidencial.

Y así, yo confieso que me he retirado, pero no huido; y en esto he imitado a muchos valientes, que se han guardado para tiempos mejores, y desto están las historias llenas, las cuales, por no serte a ti de provecho ni a de gusto, no te las refiero ahora.

Pero yo jamás olvidaré que aquella noche, al oír el estertor de un hombre invisible, el horrible maullar de cien felinos y los acentos de terror de un pobre indio, la sangre se heló dentro de mis venas, erizáronse mis cabellos, se estremeció todo mi cuerpo, y lo confieso !tuve miedo!

CIPIÓN. Así es verdad, y yo confieso mi yerro, y quiero que me le perdones, pues te he perdonado tantos; echemos pelillos a la mar, como dicen los muchachos, y no murmuremos de aquí adelante; y sigue tu cuento, que le dejaste en la autoridad con que los hijos del mercader tu amo iban al estudio de la Compañía de Jesús.

Acostámonos con estas determinaciones. Yo confieso que no pude dormir en toda la noche con el cuidado de lo que había de hacer con el dote. Y lo que más me tenía en duda era el hacer de él una casa o darlo a censo, que no sabía yo cuál sería mejor y de más provecho. Libro Tercero: Capítulo VII: En que se prosigue lo mismo, con otros sucesos y desgracias que le sucedieron.

Todo esto me divierte mucho, porque no puede V. figurarse lo aficionado que soy a la filosofía; pero confieso que hay dos cosillas que me afligen. SEELENF