United States or Sweden ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tres hombres cantaban primero una estrofa; todos respondían con el estribillo, y luego tres mujeres cantaban otra, y así sucesivamente. Confieso que en aquella escena salvaje, pero llena del encanto de la fe y la piedad, encontré mas poesía y mas religión que en los cantos del vapor Bogotá.

Probablemente, esas personas se figuran que el dinero constituye una enfermedad, y si, en efecto, la constituye, hay que convenir que, entre nosotros, no ha tenido nunca caracteres endémicos. Por mi parte, confieso que el dinero me ha parecido siempre una cosa milagrosa.

Y para cerrar la polémica y también, lo confieso, para exasperar un poco más a mi severa cuñadita, añadí: ¡La verdad es que me alegro de ser todo un Elsberg! Cuando leo una obra cualquiera paso siempre por alto las explicaciones; pero desde el momento en que me pongo a escribir, yo mismo comprendo que una explicación es aquí inevitable.

Ahora bien.... Petra... puede y creo que quiere comprometernos. Pero vamos a ver, ¿qué hace Petra? Comprometer la paz de esta casa; temo que quiere dominarnos prevaliéndose de mi situación falsa, falsísima... lo confieso. ¿No comprende usted que para Ana tendría que ser un golpe terrible cualquier revelación de esa... ramerilla hipócrita?

Era yo demasiado feliz; debía conocer el verdadero dolor... Te confieso que en el primer momento casi sentí alegría: una alegría egoísta de madre. ¡Prisionero! Esto representaba la seguridad de su existencia; ya no me lo matarían en un combate aéreo; ya no estaba en peligro de morir despedazado ó quemado debajo de su aparato roto. ¡Pero luego!...

He tenido miedo al verle continuó con voz lenta y apagada, un poco de miedo nada más; la natural sorpresa, y, sin embargo, estaba pensando en usted en aquel momento. Se lo confieso. Me decía: «¿Qué hará aquel loco a estas horas?»; y repentinamente se presenta usted aquí como un aparecido.

Pero yo, que soy franco hasta el cinismo, confieso que no guardo un triste recuerdo de los largos años de revolución, ni he derramado una lágrima en memoria de estos señores que conocieron los goces de una autoridad sin límites y la desesperación de un final trágico. Al principio fuí simplemente escritor de á caballo.

Durante cinco años, lo confieso, habíamos esperado confiados en que algún día repartiría con nosotros parte de su fortuna en compensación de los servicios que le habíamos hecho en lo pasado.

Empezó á hablar de la Convención, y dijo que era preciso cortar las cabezas de adormidera. Le aplaudieron mucho, y yo confieso que fué una gran cosa, aunque, á decir verdad, no le entendí más que si hubiera hablado en judío.

Confieso, amigo Ojeda dijo Maltrana , que siento la emoción del que ve ante la boca negra de una caverna y se pregunta: «¿Qué habrá dentro?...». Aquí, la caverna es azul y luminosa, pero la inquietud no por esto resulta menor... ¿Qué voy a encontrar más allá de esta isla? ¿Cuándo volveremos por aquí?