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La señora de la casa, cuando tiene invitados, debe cuidarse personalmente de que esté la comida bien presentada y a tiempo; un plato bien condimentado pierde su mérito si no se presenta con gusto. El uso ha introducido para la mesa reglas que es preciso conocer para no desagradar a los convidados. Desde el principio ha de estar puesta la mesa tal y como ha de quedar hasta el fin de la comida.

Luego, tratamos de buscar algo que cenar; había huevos y chocolate, y aunque un roastbeef habría venido mejor, aquello nos supo a cielo, condimentado con la salsa del Eurotas. Una vez arregladas la señora y la gente menuda, pensamos un momento en nosotros.

Estas manos, que se ha de comer la tierra, lo han condimentado todo. Estoy orgullosa de mi habilidad culinaria. Ha sido mi tarea del día de hoy. Bien puedes decir como Tito interpuso donna Olimpia que no has perdido tu día. ¿Lo oyes, Tiburcio? Llámame tu Tita que es más breve y más dulce que tu Teletusa. Y diciendo esto, puso sobre la mesa el plato con la cabeza de jabalí.

Tan cariñosas se mostraron, que Maxi comió más que otros días, sin hacer observación alguna ni quejarse de lo mal condimentado que estaba todo. Hiciéronle café y esto fue lo único que tomó con gana.

Creando los vestidos, el alimento condimentado, las armas, las herramientas y las habitaciones, neutralizaron las influencias exteriores de la Naturaleza. ¿Qué héroe ni descubridor, en los cuatro mil años que comprende nuestra historia, puede compararse con aquellos esbozos de hombres que lentamente afirmaron sobre la tierra la existencia de nuestra especie, mil veces expuesta a desaparecer...? El día en que nuestro abuelo prehistórico guardó al enfermo y al herido, en vez de abandonarlo, como venían haciéndolo todos los animales; en que plantó la primera simiente y arrojó la primera flecha, la Naturaleza presenció la más grande de las revoluciones.

Por las noches, Barriobero traducía para Jorro o para Calleja; despachaba un volumen «católicamente» mutilado en un par de sesiones, y con las pesetas que esta labor de negro le producía, nos íbamos a comer arroz, condimentado por sus manos largas, frías y pulidas de cardenal galante, a un ventorro de los Cuatro Caminos.

Así hicieron en ellos no pequeña carnicería, lanzándoles flechas, venablos y azagayas. El rey Feridún obsequió por último a sus convidados y a los individuos de su servidumbre con una exquisita merienda, en la que el guiso que más agradó fue uno de ánades silvestres en arroz blanco, condimentado con la picante salsa llamada curry. Los almíbares de azahar y de rosas fueron también muy celebrados.