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¡Bribón! ¡Infame! grité indignado. Me hizo notar marcadamente continuó, cómo Dawson, el más íntimo amigo de mi padre, había sido testigo del crimen, y me encontré tan completamente perdida en sus poco escrupulosas manos, como también vi comprometida la reputación del autor de mis días, que, después de una semana de inútil resistencia, me vi obligada a aceptar las condiciones impuestas y consentir en ese odioso casamiento.

A lo cual respondió Preciosa: Puesto que estos señores legisladores han hallado por sus leyes que soy tuya, y que por tuya te me han entregado, yo he hallado por la ley de mi voluntad, que es la más fuerte de todas, que no quiero serlo si no es con las condiciones que antes que aquí vinieses entre los dos concertamos.

La mielitis y ciertas irritaciones crónicas de la médula espinal reclaman su uso si hay las condiciones de escrófulas y marasmo, en cuyo caso el sílice es tambien muy útil.

Están concertadas las condiciones. A menos que ellos lo propongan de nuevo, las puntas irán afiladas. A usted le conviene mucho porque tira el florete... Precisamente por eso. Yo no quisiera llevar ventaja alguna a mi adversario. Peña guiñó el ojo con malicia. No sea usted tan escrupuloso, don Rosendo. usted puede ensartarlo ¡fiiit! como un pajarito, no deje de hacerlo.

El rápido encumbramiento se explicaría aunque no se justificase por las condiciones de hormiga de nuestro Becerro, hombre capaz de extraer un billete de Banco de un guardacantón.

Así pasaron cuatro años, al cabo de los cuales consideró que estaba ya en condiciones de abordar la segunda enseñanza, y con inconcebible espanto veía yo acercarse el instante de abandonar mi casa de Trembles.

En toda ella había sin embargo algo de apasionado, una cierta intensidad de color de que nunca se despojaba; y si en alguno de sus cambios ese color se hubiera vuelto más débil ó más pálido, habría cesado de ser ella, no habría sido Perla. Esta movilidad externa indicaba y expresaba completamente las diversas condiciones de su vida interior.

Como no podía enfadarse, Laura se rió de la malicia de su hermana... Y su hermana, tomando esta risa por su aceptación de la apuesta, exclamó triunfante: ¡Aceptas!... ¡Pues ya verás!... Pero tendrás que ayudarme en todo... Yo fingiré novios y coqueterías, ¡y vas a desmentirme!... En cambio yo no me cansaré de hacerte «réclame», insinuando tus condiciones de hacendosa y casera... ¿Estamos?... ¡Pues ya verás!...

El matrimonio era un viaje a dos por el resto de la vida, y únicamente había que buscar en la mujer las condiciones que se exigen en un compañero de excursión: buen carácter, identidad de gustos, las mismas aficiones en el comer y en el dormir... ¡El amor!

El que nada de ésto estuviese previsto no es cosa que pueda llamar grandemente nuestra atención; la mayoría de los estadistas que rigieron los destinos del país, jamás supieron ni se ocuparon de averiguar las condiciones físicas y morales de aquellas comarcas, ni alcanzaron á prever la importancia grande que para España pudiera tener en día no lejano el desenvolvimiento de la riqueza y el rápido progreso de los países que poseía en tan remotas latitudes.