United States or Azerbaijan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pasaron despues á reconocer segunda vez la iglesia, y encontraron á D. Miguel Estada, que mataron en el mismo cementerio: tambien hallaron á D. Miguel Bustamante, y llevándole á los portales de Cabildo, le presentaron vivo á D. Jacinto Rodriguez, le preguntaron si lo habian de matar, y habiendo dispuesto lo entrasen en la cárcel, para cargarlo de prisiones, no hicieron caso de la órden, y le dijeron á gritos: "Vos nos habeis llamado para matar chapetones, y ahora quereis que solamente entren en la cárcel; pues no ha de ser así"; y usando la voz comuna, comuna, dieron muerte á aquel infeliz.

Don Íñigo, aunque enlazado por su casamiento a los más antiguos linajes de la ciudad, habíase conservado completamente ajeno a las seculares cuadrillas de San Juan y San Vicente, en que se hallaba dividida la nobleza de la comuna; y las salas de su mansión eran amplias, la servidumbre numerosa, la pastelería excelente. El bullidor concurso llenaba los salones.

Estaba dirigido con mucha minuciosidad á la señorita Cristina Oyadec en la Villa de... comuna de... granja de... La escritura era de mano muy inculta, pero que parecía sincera.

Tal era, sobre poco más o menos, la parte que a Domingo le correspondía en la vida pública de su país natal: administrar una pequeña comuna perdida en las lejanías de todo gran centro, encerrada entre marismas, apretada contra el mar que roía sus costas y le devoraba cada año algunas pulgadas del territorio; velar por la conservación de los caminos y procurar la desecación de los terrenos inundados periódicamente; preocuparse de los intereses de muchas personas para las cuales eran necesarios a las veces el arbitrio benéfico, el consejo o el juez; impedir las disputas y poner óbice a los pleitos, causa y efecto de discordias; prevenir los delitos; cuidar con sus propias manos y ayudar con recursos de la propia gaveta; dar buenos ejemplos en materia agrícola; hacer ensayos ruinosos para animar a los tímidos en la senda de los progresos útiles; experimentar a todo riesgo en tierra propia y con dinero propio como un médico ensaya en su cuerpo un medicamento a riesgo de la salud; y todo eso hacerlo con la mayor naturalidad, no como una servidumbre, sino como un deber de posición social, de fortuna y de nacimiento.

Los americanos del Norte recibieron por herencia un mundo moral hecho de todas piezas: el más perfecto que la inteligencia humana haya creado. En religión, el libre examen; en política, el parlamentarismo; en organización municipal, la comuna; en legislación, el habeas corpus y el jurado; en ciencias, en industria, en comercio... el genio inglés.

En aquel momento D. Juan Nepomuceno se presentó en el despacho con un saquito de dinero entre las manos; saludó a Reyes con solemnidad, y se puso a contar pesos fuertes sobre la mesa; se trataba de la renta de la Comuña, una casería que entregaba limpios todos los años cuatro mil reales.

Pensó entonces que no hay situación en la existencia que resista a un esfuerzo superior de filosofía y, olvidando la circunstancia y la hora, púsose a contemplar a aquel hombre de obscuro entendimiento que, había logrado fácilmente los altos honores, hasta ser uno de los más influyentes personajes de la comuna, tenido en gran predicamento por el Rey.

Es un hombre amable añadió el doctor; un poco huraño, excelente, sencillo y discreto, pródigo en servicios y muy parco en palabras. Todo lo que puedo decirle a usted es que conozco tantas personas obligadas a él como habitantes hay en la comuna. La noche que siguió a aquel día de campo fue tan hermosa y tan espléndidamente límpida que no parecía si no que aún estábamos en pleno verano.

De los cuarenta duros no había vuelto a acordarse Mochi, ni Reyes se atrevió a pedírselos; mas todas las noches, pasados pocos días, los de ceguedad completa para todo lo que no fuese el amor de la inglesa, al volver a casa temblando por varios motivos, iba pensando en los mil reales de la renta de la Comuña. Eso debe de haber sido». Las cavilaciones de Reyes en este punto no pasaron de ahí.

Me explicó el doctor que el señor Domingo de Bray a quien todos llamaban el señor Domingo a secas en virtud de una costumbre amistosa adoptada por las familiaridades del país era un caballero, alcalde de la comuna, más bien que por su influencia personal pues no la ejercía ya desde algunos años, por la antigua estima que estaba vinculada a su nombre: que era decidido protector de los desgraciados, muy querido y muy bien mirado de todo el mundo, aunque no tenía más semejanzas con sus administrados que la blusa, cuando la vestía.