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Soledad, engañada por la complacencia de su amante y por el semblante alegre que mostraba, era feliz en aquel instante. Su egoísmo infantil la hacía incapaz en tal ocasión de sentir ni apreciar siquiera los sufrimientos y el afecto leal de su antiguo novio. Recibióle con marcada frialdad, y apenas hizo caso de sus palabras. Manolo sintió el corazón apretado.

Sus ojos grises y su rostro de una blancura tierna, semejante a la de un merengue, acogían con visible complacencia estas palabras de brutal homenaje en idiomas que no podía entender. Algunos de los muchachos, que eran españoles, trataban con respetuosa familiaridad a Maltrana, que por algo se creía «el hombre más popular del buque».

Ya los había recibido de la única cuya amistad me los hizo soportables: de Oliverio. ¿Complicidad o complacencia? No y cien veces no. Más me asustaba aún que el pensamiento de que existiera una conspiración dirigida contra mi dicha, la idea de que aquella menguada y famélica dicha hubiera podido ser objeto de envidia para quienquiera que fuese.

En suma, parecía un hombre feliz en paz con el mundo y consigo mismo. Soledad también lo era, al parecer. Atenta á la dirección del establecimiento, grave, activa, tranquila como una diosa, recibía las finezas de su amante con suave sonrisa de complacencia, mirándole de vez en cuando con el rabillo del ojo. Escuchaba mucho, hablaba poco y observaba sin cesar.

Don Diego la miraba con complacencia cuando estrechaba entre sus brazos a aquel pequeño gnomo bronceado. Y se regocijaba al observar que la mueca hereditaria de los Villanera no daba miedo a su mujer. Todas las noches, a las nueve, los señores y los criados se reunían en el salón para rezar en común. La vieja condesa se mostraba muy apegada a esta costumbre religiosa y aristocrática.

Y partió rápidamente de la sala. María dijo la de Leiva a su parienta sosiégate; debes procurar dormir... No puedo sosegar repuso la dama . No puedo dormir... ¡Oh Dios mío! Si permites que el miserable quede sin castigo... Si vieras, mujer... siento una salvaje complacencia al recordar aquellas palabras «esta noche... a las once... en la Caleta».

Los sucesos se amontonan unos sobre otros, y con tanta mayor complacencia suya, cuanto son más extraordinarios y románticos, pero siempre falta lazo interno que los una entre .

Á pesar del horror que mi madre ha sabido inspirarme á la complacencia de los sentidos, la imagen material de D. Carlos, su porte, la gallardía de su cuerpo, la elegancia y pulcritud de su vestido, el fuego de sus ojos y la viva animación de su semblante y la frescura de su boca me atormentan y me hieren, y me distraen de mis piadosas meditaciones.

Yo amo la Alemania: he tenido la complacencia y la satisfaccion de ver confirmadas las opiniones que habia formado de las naciones de Europa que he visitado ántes de salir de España.

Si el Rey tuviera á su lado Un hombre como yo, creo Que mirando por su fama Y por la quietud del reino, Que muy en breve Sevilla Refrenara su ardimiento. Don Pedro lo oye con la mayor atención y complacencia. La llegada de algunos caballeros de su séquito revelan á Juan Pascual cuál es la persona, á quien ha hablado con tanta libertad.