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Pues que la Junta se iba a poner de compinche con las otras Juntas para ver de quitar muchas cosas malas que hay en el gobierno de España, lo cual podemos hacer nosotros sin necesidad de que vengan los franceses a enseñárnoslo. Así ha de ser observó Santorcaz . Me han dicho que en Sevilla hay sociedades secretas. ¿Qué es eso? Ya replicó uno . Tiene razón don Luis.

La tertulia de la noche en la taberna de Arcale la sostenían Tellagorri y Pichía. Pichía, digno compinche de Tellagorri, le servía de contraste.

Aceptada como medida de mayor aprovechamiento, andaba también el escribano con los del contrabando y tenía con la mayor desvergüenza, una falúa para introducir géneros en la ciudad, siendo no pocos los abusos y desmanes que llevaba á cabo con otro compinche en el río, donde á más impuso su autoridad á los pescadores de Triana.

, sombrero, y de muchísimo gusto dijo el compinche con tanto énfasis como si continuara narrando el suceso histórico , y vestido azul elegantísimo y abrigo de terciopelo... ¿ estás de guasa? Abrigo de terciopelo. Vaya... y con pieles, un abrigo soberbio. Le caía tan bien... que... Entró Jacinta sin anunciarse ni con ruido de pasos ni de ninguna otra manera.

Tenía olfato seguro para rastrear a las personas pundonorosas, de esas que entregan el pellejo antes que permitir andar en lenguas de la fama, y con estas se metía hasta el fondo, se atracaba de deudor. Poco a poco fue transmitiendo su manera de ser, de obrar y sentir a su compinche, como se pasa la imagen de un papel a otro por medio del calco o el estarcido.

Después que pusieron a esto los comentarios propios del caso, la de Fenelón dijo a su compinche algo más que fue oído con extraordinaria curiosidad y atención: «¿Creerás que se me ha metido una cosa en la cabeza?... Ello no será; pero bien podría ser. Ayer estuvo doña Guillermina en la tienda.

Miraron ambos a la puerta; cerciorose el compinche de que la esposa se había retirado, y volviéndose hacia el Delfín, le dijo con la voz temerosa que emplean los conspiradores domésticos: «¿Chico, no sabes... la noticia que te traigo...? ¡Si supieras a quién he visto! ¿Nos oirá tu mujer?». No, hombre, pierde cuidado replicó Juan poniéndose los botones de la pechera . Claréate pronto.

Tu tío José Izquierdo, de compinche con otro loco, le hizo creer que un chiquillo de tres años que consigo tenía, era nuestro Juanín. Mi mujer perdió la chaveta, quiso adoptarlo y nada menos que llevárnoslo a casa. Por pronto que se descubrió el enredo, no se pudo evitar que tu tío le estafase seis mil reales. Tie gracia. Ya sabía yo esa historia.

Comprendiendo sus defectos, trató Aurelio de beneficiarlos diestramente, y más de una blanca y pulcra mano emborronó por él perfumadas esquelas con eficaces recomendaciones para personajes de muy variada ralea y clase. Asimismo se declaró gran amigote y compinche de algunos prohombres políticos, entre ellos el don Fulano que ya conocemos.

Su orgullo no le permitía desprestigiar la casa, poniéndoles un artesón de bazofia para que se hartaran; y afrontando despechada el conflicto, decía para su sayo cosas que habrían hecho saltar a toda la curia eclesiástica. «No lo que se figura este heliogábalo... cree que mi casa es la posada del Peine. Después que él me come un codo, trae a su compinche para que me coma el otro.