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Los pueblos en masa no son capaces de comparar distintamente unas épocas con otras; el momento presente es para ellos el único sobre el cual extienden sus miradas; así es como nadie ha observado hasta ahora la destrucción de las ciudades y su decadencia, lo mismo que no prevén la barbarie total a que marchan visiblemente los pueblos del interior.

Candido decia continuamente á Cacambo: Ello es cierto, amigo mio, que la quinta donde yo nací no se puede comparar con el pais donde estamos; pero al cabo mi Cunegunda no habita en él, y sin duda que tampoco á te faltará en Europa una que bien quieras.

No conoce por principios la mecánica, habrá visto algunos establecimientos, mas no los necesarios para poder comparar la invencion con los demas sistemas conocidos: el maquinista sabia que las arcas no estaban vacías, tenia un interes en que se formase alto concepto de la invencion; hay pues bastante peligro de que el mérito sea exagerado, hasta podrá ser muy mediano, y quizas nulo.

Una vez que el usuario ha seleccionado el texto y lanzado el proceso de traducción, el programa empieza por comparar las palabras del texto a tratar con las palabras almacenadas en el diccionario.

La voz del Cantó lloriqueaba hablando de una mujer insensible a sus quejas; y al comparar su blancura con la flor del almendro, todos volvieron la vista a Margalida, que permanecía impasible, sin rubores virginales, habituada a estos homenajes de burda poesía, que eran el preludio de todo galanteo.

La adulación de comparar á Carlos II, sin actividad ni energía, nada menos que con Alejandro Magno, que sale al campo contra Tiro, es demasiado grosera. El estilo es defectuoso, hinchado y lleno de hojarasca. Al hacer la descripción de la conquista de Tiro, parece haber utilizado la de esta ciudad que se encuentra en Curcio, lib. IV, cap. 4.º .

Don Roque de la Riva, alcalde constitucional de Sarrió, a quien hemos tenido el honor de comparar, cuando por primera vez le vimos en el teatro, a un cortesano de Luis XV, o a un cochero de casa grande, no se distinguía por la pureza de la dicción; antes era ésta tan atropellada y confusa, que al interlocutor le costaba gran trabajo entenderle.

Unos han dicho que el entendimiento del hombre era como una tabla rasa en que nada hay escrito; otros que era un libro que bastaba abrir para leer; yo creo que se podria comparar á uno de esos papeles escritos con tinta incolorada, que parecen blancos hasta que una friccion de un líquido misterioso hace salir los caractéres negros. El líquido mágico es la instruccion y la educacion.

Ahora discurro así: lo que no existe, es un puro nada; es así que de la nada, nada se puede afirmar ni negar, pues no tiene propiedad, ni relacion de ninguna clase, es una pura negacion de todo; luego nada se puede afirmar ni negar, nada combinar, nada comparar, nada percibir, sino bajo la condicion de la existencia.

Es claro también que, al escribirse hoy una historia de cualquiera literatura especial, se piden á su autor requisitos poco comunes, y entre ellos una extensión de conocimientos, que demandan mucho tiempo y mucho trabajo, ya que siempre es conveniente hacer continuas excursiones en el campo de otras literaturas extrañas, para comparar y calificar las producciones similares y su valor relativo.