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Stanley está allá ahora, viendo cómo comercia, y salva del Mahdí, al gobernador Emín Pachá. Muchos alemanes y franceses andan allá explorando, descubriendo tierras, tratando y cambiando con los negros, y viendo cómo les quitan el comercio a los moros. Con los colmillos del elefante es con lo que comercian más, porque el marfil es raro y fino, y se paga muy caro por él.

Tal vez le arrastrase su espíritu analítico a encontrar algún vago parecido entre estas distinguidas señoritas y las jóvenes que comercian con churros y buñuelos en los parajes excéntricos de la población.

Ya no está la Magdalena para estos tafetanes, como dijo el otro... Y ahora pienso, señoras, que a ustedes, que comercian, les conviene este libro. Ea, lo vendo, si me lo pagan bien. ¿Cuánto? Por ser para ustedes, dos reales. Es mucho dijo Cuarto e kilo, mirando las hojas del libro, que continuaba en manos de su compañera . Y ¿para qué lo queremos nosotras, si nos estorba lo negro?

En este riachuelo ó estero habita una multitud de indios, que llaman Peguenches, cuyas armas son lanzas y alfanjes, que usan tambien todos los demas. Estos indios Peguenches corren hasta la Cordillera Nevada, por la parte del poniente, y por la parte del sur comercian con los Césares ó españoles.

Que tienen casas de teja y paja, fosos y revellines: que tienen siembras de agí, que es con lo que comercian con los indios, quienes les llevan sal de la que sacan de Valdivia: que tambien les llevan achas y cosas de fierro, por vacas y caballos que tienen muchos. Que hablan lengua española, pero que, aunque los indios les han llevado indio ladino, no les entienden bien.

Entonces hablé a un ricachón que yo conozco, y a uno de estos que comercian con los sueldos de los empleados, pero, como me veían con la soga al cuello, me hicieron tales ofertas que, de aceptarlas, estaría condenado a trabajar para ellos, viviendo del aire, unos dos años... y me he vuelto, corrido, desesperado, porque, la verdad, hay que salvar a ese muchacho... la cosa no tiene vuelta.

El cutis de esta raza es blanco, y con corta diferencia como el de los chinos; su vida es frugal y aislada; comercian con los pueblos de cristianos; pagan reconocimiento en frutos ó en dinero; compran tabaco en los estancos de los pueblos reducidos, pero en una cantidad dada, que reparten con equidad entre todos los vecinos de una ranchería, son limpios y observan entre cierta etiqueta, viven tranquilos en sus pueblecillos, y su carácter pacífico pero suspicaz, los aproxima mucho á los indios civilizados.

Los que comercian con dichos pueblos civilizados dan varios productos de los montes, como miel, cera y bejucos, á cambio de telas y de moneda: las mujeres de estos visten una ligera camisilla y un tapis; las de los más feroces van desnudas: las primeras colocan en su pelo un peine de caña, en el que ejecutan finas labores, y por sus orejas taladradas atraviesan un pedacito de rama en flor, que además de su erizada cabellera les da un aspecto extraño.

Quedábase pasmada cuando veía los dedos de su mamá sacándolos de las perfumadas cajas y abriéndolos como saben abrirlos los que comercian en este artículo, es decir, con un desgaire rápido que no los estropea y que hace ver al público la ligereza de la prenda y el blando rasgueo de las varillas.

Comercian continuamente con las ciudades confinantes, y como más fácilmente se pegan los vicios de los malos á los buenos que las virtudes de los buenos á los malos y viciosos, al ver á unos ocupados en sacar el dinero de los paisanos, á otros darse sin freno á los deleites de la carne, y en algunos, aunque pocos, tan muerta la que no hacen escrúpulo de faltar á los Divinos preceptos, y en mostrar menos reverencia á los misterios de la Iglesia, no es fácil decir cuánto crédito gana con ellos lo malo, y cuánto odio y desprecio cobran, así á las personas como á la religión que profesan.