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Aunque tamaña mudanza Ha hecho el cielo en mi estado, No entiendas se me ha olvidado El termino de crianza. Bien como he de llamarte, Y que es de obligacion, Que en lo que fuere razon, Procure de contentarte. Tu habla tan comedida, Tu donaire, y gracia, y ser Claro me á entender Que eres, Silvia, bien nacida.

1082 Pero cumple su deber el lial diciendo lo cierto, y, por lo tanto, te alvierto que hemos de cantar los dos, dejando en la paz de Dios las almas de los que han muerto. 1083 Y el consejo del prudente no hace falta en la partida; siempre ha de ser comedida la palabra de un cantor. Y aura quiero que me digas de dónde nace el amor.

Lope de Vega dijo: «Fuera agravio que se hace a nuestra nación, que de las demás sería tenida por bárbara, no estimando por arte el que lo es con tanta veneración de toda EuropaDon Juan de Jauregui opinó que «el valerse de las manos es accidente que no ofende el ingenio e ingenuidad suma desta ciencia, sino que habiendo de lograr sus efectos a ojos de todos se sirve de los colores y manos como el orador y filósofo de la tinta y pluma». El maestro Joseph de Valdivieso habló de lo que honraron a Juan Bellino la señoría de Venecia, a Durero el Emperador Maximiliano, a Andrea Mantegna el Marqués de Mántua, y a Rafael el Papa León X; y Don Antonio de León, relator del Supremo Consejo de Indias, después de considerar la cuestión como letrado, escribió en el estilo propio de la época que «cuando la industria humana, haciendo vislumbres de divina, y con un hechizo de los ojos, en fantásticas formas, satisfaciendo al más noble de los sentidos, hurta los pinceles a la naturaleza, y hace parecer con alma lo que aún no tiene cuerpo, ¿qué ley, qué razón le puede negar el más singular privilegio o la menos comedida exención?

Por supuesto, que sus indicaciones fueron hechas con exquisita discreción. ; aquel hombre lo tenía todo: galante, fino, cariñoso, espléndido, inteligente, bien educado... hasta guapo mozo, que es la última de las condiciones que debe exigir la mujer. ¡Vaya si era guapo! ¡Qué modo tenía de mirarla! Sus expresivos ojos sabían decir cuanto callaba su comedida lengua.

Presentáronse los porteros y algunos vecinos, atraídos del alboroto, y al ver reunida tanta gente, salieron las cuatro mujeres al rellano de la escalera para explicar que aquel sujeto había perdido el juicio, trocándose de la más atenta y comedida persona del mundo, en la más importuna y desvergonzada.

Así, cuando vio aquel cerco de semblantes fieros; cuando se vio amenazado por tantas manos e injuriado por tantas lenguas, desde la provocativa de las mujeronas hasta la severa y comedida del guardia civil; cuando notó la saña con que le perseguía la muchedumbre, en quien de una manera confusa entreveía la imagen de la sociedad ofendida, sintió que nacían serpientes mil en su pecho, se consideró menos niño, más hombre, y aun llegó a regocijarse del crimen cometido.

Pero no fue así, porque, habiendo entreoído el Caballero del Bosque que hablaban cerca dél, sin pasar adelante en su lamentación, se puso en pie, y dijo con voz sonora y comedida: ¿Quién va allá? ¿Qué gente? ¿Es por ventura de la del número de los contentos, o la del de los afligidos? -De los afligidos -respondió don Quijote.

A me proporcionó un ejemplar el duque Decazes, y no pude resistir a la tentación de enviársela por el correo, con una fajita, a mademoiselle Dosne... ¡La cara que pondría!... ¡Ella que es tan pulcra, tan comedida!...

Pero aunque la intervención del presidente fue cortés y comedida, el general no quiso añadir una frase más, en bien ni en mal, a las que había pronunciado, y se sentó de pronto con los bigotes erizados y enseñando los dientes, como un mastín después de haber llevado una paliza.

Tampoco convenía presentarse con desaliño, anunciándose como demasiado influida por la baja condición en que tan injustamente había vivido. El desaseo y abandono serían de muy mal efecto. Era preciso que en su apariencia comedida, modesta, honrada y grave revelara la dignidad con que pasaba de su estado miserable a otro esplendoroso.