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Los franceses y españoles atribuyen esto á haberse tirado cañonazos de algunos navios ingleses, con cuyo ruido espantaron de tal modo á los indios, que jamas se atreven á bajar, cuando vén la bandera colorada. Esto pudiera muy bien ser; pero es cierto que se han usado varios artificios, para que esta gente no tuviera comunicacion con los ingleses.

¿Por qué me miráis de ese modo? exclamó volviéndose de pronto. Y al decir esto se puso fuertemente colorada. Doña Paula y Venturita soltaron una carcajada. El pelotón de espectadores corrió por las calles en dirección al muelle.

Lo más probable es que uno abra la puerta, y entonces ¡adiós con la colorada!... El hombre más santo mete la cara en el barro y queda perdido para siempre jamás, aménObservaba Miguel que cuando el capellán describía tales escenas, nunca dejaba de traer como elemento de ellas a Petra, si bien en calidad de término de comparación; esto le hizo presumir que todo aquel desprecio que hacia ella afectaba era pura música, y que la gentil planchadora obraba sobre su corazón la misma mágica influencia que sobre otros muchos del colegio.

Por fortuna, la vaca no le hizo daño ni caso, porque sólo llamaba su atención y la atraía poderosamente aquella masa redonda y colorada que corría delante de ella agitando mucho las faldas. Como la calle estaba cubierta de gayomba y de juncia y con muchas gotas de cera que habían caído al pasar la procesión, el piso resbalaba demasiado.

¡No, realmente dijo el herrador con amargo sarcasmo, echando una mirada general sobre los circunstantes , y puede que no seáis testarudo como una mula, y puede que no hayáis dicho que la vaca no era una Durham colorada, y puede que no hayáis dicho que tenía una estrella blanca en la frente! Sostened ahora eso, ya que estáis bien dispuesto.

Tengo á la vista una manzana, y voy á examinar la relacion que entre si tienen las sensaciones que me produce. Es evidente que puedo prescindir del olor sin destruir ninguna de las otras sensaciones que de ella emanan. Siendo inodora, todavía me queda extensa, colorada, sabrosa, y aun sonora en cuanto es capaz de producir algun ruido.

Notado todo esto por Clara y D. Carlos, daba ocasión á bromas inocentes, pero que turbaban algo al Comendador y que ponían á Lucía colorada como la grana. Los novios hablaban á Lucía con cierto retintín de su excesivo amor á la ciencia.

Palabras así bastan para encubrir la más espantosa y larga serie de crímenes que ha visto el siglo XIX. ¡Rosas!, ¡Rosas!, ¡Rosas!, ¡me prosterno y humillo ante tu poderosa inteligencia! ¡Sois grande como el Plata, como los Andes! ¡Sólo has comprendido cuán despreciable es la especie humana, sus libertades, su ciencia y su orgullo! ¡Pisoteadla!; ¡que todos los Gobiernos del mundo civilizado te acatarán a medida que seas más insolente! ¡Pisoteadla!; ¡que no te faltarán perros fieles que, recogiendo el mendrugo que les tiras, vayan a derramar su sangre en los campos de batalla o a ostentar en el pecho vuestra marca colorada por todas las capitales americanas! ¡Pisoteadla!, ¡oh!, ¡; pisoteadla!...

Habían dado ya tres vueltas nuestras muchachas, cuando en un grupo de jóvenes elegantes divisaron las dos a la vez al Conde de Alhedín. Inesita conservó su serenidad olímpica, doña Beatriz se puso muy colorada. ¿Viste al Condesito? dijo a Inesita al oído. ¡Ay, ay, qué colorada te has puesto! Otra nueva onda de roja sangre subió entonces al rostro de doña Beatriz, que se puso más colorada.

Todavía el destino no ha decidido entre ti y Rosas, entre la ciudad y la pampa, entre la banda celeste y la cinta colorada. Tenéis la única cualidad de espíritu que vence al fin la resistencia de la materia bruta, la que hizo el poder de los mártires. Tenéis fe. ¡Nunca habéis dudado! ¡La fe os salvará y en ti la civilización! Algo debe haber de predestinado en este hombre.