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Pensaba tan sólo que con un coleto de ante, un morrión y un acero toledano, escogiendo a su guisa las comarcas, hubiera hecho mucho más en bien de la Santa Fe Católica que dejando correr sus días atado con cordeles de calumnia y de estulticia a una poltrona canonjil.

Dejémonos de altiveces... recuerdo que me dijísteis que érais ó habíais sido estudiante en teología... pero que os agradaba más el coleto que el roquete. ¡Ah! , señora, es verdad; soy bachiller en letras humanas, y licenciado en sagrada teología y leyes. Y bien, ¿queréis ser canónigo? dijo la dama mirando á Juan Montiño de una manera singular.

Su traje era cual se ha pintado, sólo que, llegando cerca, vio don Quijote que un coleto hecho pedazos que sobre traía era de ámbar; por donde acabó de entender que persona que tales hábitos traía no debía de ser de ínfima calidad. En llegando el mancebo a ellos, les saludó con una voz desentonada y bronca, pero con mucha cortesía.

Aguzó el oído Cervantes, porque sabía él bien que doña Guiomar era viuda de un oidor de la real chancillería de Méjico, y no dudó de que doña Guiomar era aquella por quien el alférez Gaspar de Valcárcel había olvidado en Méjico los amores que había dejado en España, y disculpole; porque aunque Margarita era bella como la flor de la qué el nombre tenía, y niña y pura, comparada con doña Guiomar, era lo que la violeta comparada con la azucena, o con el sol la luna; y díjose para , que a él, en el coleto del malaventurado alférez, hubiérale acontecido lo mismo; y disimuló sus imaginaciones, y continuó escuchando atento.

Ramiro, pensando que podía referirse al asunto de los moriscos, meneó la cabeza negativamente. Acto continuo, como hombre resuelto a desatar el nudo de modo harto breve, vistiose el coleto de ante y ciñose la espada que le diera don Rodrigo del Aguila. Luego, desnudando la hoja, oprimió con ambas manos la guarnición sobre su pecho, para rezar de aquella guisa una larga plegaria.

Despertóse sobresaltado y dando grandes gritos, hiciéronle coro los espectadores con sus carcajadas y bravos; pero sobre todo aquel estrépito se oyeron las voces estentóreas del vencido atleta, pidiendo que continuase la lucha. ¡Otra vez, otra vez! ¡Venid, arquero y por San Pacomio que os he de estrujar como un guiñapo! No en mis días, replicó Simón abrochando su coleto.

Hícelo y compré con lo que me dieron un coleto de cordobán viejo y un jubonazo de estopa famoso, mi gabán de pobre, remendado y largo, mis polainas y zapatos grandes, la capilla del gabán en la cabeza, un Cristo de bronce traía colgando del cuello, y un rosario. Impúsome en la voz y frases doloridas de pedir un pobre que entendía de la arte mucho, y así comencé luego a ejercitarlo por las calles.

Roger vió que el corcel venía cubierto de polvo y sudor y que lo montaba uno al parecer soldado, de duras facciones y con casco, coleto de ante y espada. Sobre el arzón llevaba un paquete envuelto en blanco lienzo. ¡Paso al mensajero del rey! gritó al acercarse. Poco á poco, seor gritón, dijo el noble atravesando su caballo en el camino.

Perfectamente armados y protegidos con sus cascos de acero, cota de malla recubierta por el coleto blanco con la cruz roja de San Jorge en el pecho, el largo arco á la espalda y la maza ó el hacha de combate colgada del cinto, sentíase el barón capaz de grandes empresas al frente de aquellos hombres denodados.

Después de algunas dilaciones, se la concedieron. Me acuerdo de cuando fue allí. Era un señor muy seco y estirado, con chupa de treinta colores, muchos colgajos en el reloj, gran coleto, y una nariz muy larga y afilada, con la cual parecía olfatear a las personas que le sostenían la conversación.