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Luego que la tenemos, la amamos. Yo cobré mi billete, los mil francos me parecian una bicoca en presencia de tanto metal, y me quedé estático mirando al coloso. El dinero es el coloso de nuestro siglo. Huyó la casta, y vino el billete. ¡Misterio terrible! decia yo para .

Al amanecer de este dia marché y llegué á las once y media al Valle Hermoso, en donde hice alto por ser ameno, pues le rodean dos arroyos, de los rios el Cobre y Santa Helena; y asimismo hay una laguna de media legua de largo, capaz por su fondo de recibir un barco de los del Rio de la Plata: y á poca distancia del camino se hallan unas salinas, y para pasar á las Diaretas, donde hice noche, hay que pasar una ladera, ó cerro muy encumbrado.

Aturdido hasta un grado indecible, pudo al cabo balbucir: Tiene usted razón... no había pensado... dispénseme usted... En cuanto cobre este mes le entregaré la parte que a usted le parezca... D.ª Carolina, perfectamente serena, sonriendo dulcemente, repuso poniéndole una mano sobre el hombro: Lo mejor será que me entregues todo el sueldo. Vosotros los jóvenes no conocéis el valor del dinero.

»Duro se nos hizo de creer la continencia del mozo, pero ella lo afirmó con tantas veras, que fueron parte para que el desconsolado padre se consolase, no haciendo cuenta de las riquezas que le llevaban, pues le habían dejado a su hija con la joya que, si una vez se pierde, no deja esperanza de que jamás se cobre.

Tiene dicha ciudad, por la parte del poniente y del norte, la Cordillera Nevada, en la cual han abierto dichos españoles muchísimos minerales de oro y de cobre, y estan continuamente explotando dichos metales.

Aconsejo al que viaje por el sur de Europa que lleve siempre los bolsillos llenos de monedas de cobre, y al ver que le ataca la temible falange, que arroje al suelo una puñada y eche á correr, sin parar hasta la primera casa donde sea posible poner puerta de por medio.

19 y me dijo: Varón de deseos, no temas; paz a ti; ten buen ánimo, y aliéntate. Y hablando él conmigo cobré yo vigor, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido. 20 Y dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Porque luego tengo que volver para pelear con el príncipe de Persia; y al salir yo, luego viene el príncipe de Grecia.

Vense algunas colinas pedregosas, aquí y allá; en una de las cuales cerca del puerto Deseado, se halló tambien un mineral métalico de una especie de cobre. Convenciéronse del error en que estaban, siendo probablemente ocasionado por los remolinos que hacían las aguas, al volverse de la tierra en mareas menores.

Su hermano, y nadie más que su hermano. Su Juan, a quien ella siempre había querido tanto, respetando sus sabios consejos. no me abandonarás en este apuro, ¿verdad, Juan? me prestarás esa cantidad, y yo te la devolveré a San Juan, cuando cobre los otros arriendos. ¿Quedamos en eso...? ¡Qué habían de quedar! No había más que ver el mal humor con que don Juan salió de su turbada digestión.

De tanto hablar allá dentro, tenía la boca seca y amarga y se le antojaba sentir un saborcillo a cobre. Se encontraba un aire de monedero falso.