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Entretanto, ni Morsamor, ni Tiburcio, ninguno de la pequeña hueste, podía ir a la ciudad de los mahatmas jóvenes o no jubilados, ni mucho menos ver a las mujeres. Sin duda era ley inquebrantable aquel retraimiento, mil veces más severo que el que hubo más tarde en el Paraguay, para evitar que las ciudadanas y los ciudadanos fuesen perturbados y contaminados por extrañas visitas.

Debimos cogerlo y rustrirlo en aceite gruñó la voz oscura de la vieja . ¡Fretirlo como si fuera un pancho... que vea lo que es la necesidá y los trabajitos que uno pasa! Orden y unión, ciudadanas... repetía Amparo con los brazos extendidos. Trascurridos diez minutos volvió el inspector acompañado de un viejecillo enjuto y seco como un pedazo de yesca, que era el mismo contador en persona.

Las mujeres defendían allí las últimas trincheras. Poco tiempo antes del día en que De Pas meditaba así, varias ciudadanas del barrio de obreros habían querido matar a pedradas a un forastero que se titulaba pastor protestante; pero estos excesos, estos paroxismos de la fe moribunda más entristecían que animaban al Magistral.

A despecho de la acusación de «echar contra Dios» lanzada por las campesinas a las ciudadanas, la verdad es que, con contadísimas excepciones, todas las cigarreras se manifestaban acordes y unánimes en achaques de devoción. Ella sería más o menos ilustrada; pero allí había mucha y fervorosa piedad.

Introduzianse personas ciudadanas: esto es, comunes: no Reyes ni Principes, con quien se evitan las burlas por el decoro que se les deve. Graceja el lacayo con el señor, teniendo por donaire la desverguenza. Pierdese el respeto á la honestidad, y rompen las leyes de buenas costumbres el mal exemplo, la temeridad, la descortesía.

Pero el profesor Flimnap tenía demasiado que hacer para detenerse á contestar las preguntas de las ciudadanas curiosas. Apenas había dormido en la noche anterior.

¡Sinvergüenzas! replicaban furiosas las campesinas. ¡Servilonas, carlistas! contestaban las ciudadanas, ya en actitud agresiva. ¡Malvadas, que echades contra Dios! rugían las insultadas. Y en medio del tumulto se oía el agudísimo ¡ayyy!, de una mujer, a la cual manos furibundas intentaban arrancar de un solo tirón la trenza entera de sus cabellos.

Un régimen de libertad impera en los Estados cristianos. Surgen las Cortes mucho antes que en los países septentrionales de Europa, y los pueblos españoles se gobiernan y regulan sus gastos por mismos, viendo sólo en el monarca un jefe militar. Los municipios son pequeñas repúblicas, con sus magistrados electivos. Las milicias ciudadanas realizan el ideal del ejército democrático.

El patriarca se acercó a Amparo; sus mejillas arrugadas y marchitas tenían a la sazón sonrosados los pómulos. Gracias, hijas... tartamudeó cabeceando senilmente . Gracias, ciudadanas.... Acércate, tribuna del pueblo... que nos una un santo abrazo de fraternidad.... ¡Viva la tribuna del pueblo! ¡Viva la Unión del Norte!

Formaban tan hermoso espectáculo las ciudadanas mas hermosas de Persepolis, y los principales sátrapas colocados en órden, que al principio creyó Babuco que se reducia á esto la fiesta. En breve se dexáron ver en el vestíbulo de este palacio dos ó tres personas que parecian reyes y reynas; su idioma era muy distinto del que estilaba el vulgo, y tenia ritmo, harmonía y sublimidad.