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Veinte días estuve con ellos. CIPIÓN. Antes, Berganza, que pases adelante, es bien que reparemos en lo que te dijo la bruja, y averigüemos si puede ser verdad la grande mentira a quien das crédito.

Los últimos versos del soneto pueden recordar la Vida de Alejandro, de Plutarco: "Alejandro, teniendo, según parece, por más digno de un rey el dominarse a mismo que vencer a los enemigos, ni tocó a éstas..." No es ésta la única vez que Lope cita reunidos los dos casos: "Si cuentan de Cipión Que volvió por la opinión De aquella hermosa mujer, España le ha de tener; Que en ella todas lo son.

Entrase CIPION y los suyos, y luego tocase al arma en la ciudad, y al rumor sale MORANDRO herido y lleno de sangre, con una cestilla blanca en el brazo izquierdo con algun poco de vizcocho ensangrentado, y dice: MORANDRO. No vienes, Leoncio, di? Qué es esto, mi dulce amigo? Si no vienes conmigo, Cómo vengo yo sin ? Amigo, qué? te has quedado? Amigo, qué? te quedaste?

CIPIÓN. De buena gana te escucho, por obligarte a que me escuches cuando te cuente, si el cielo fuere servido, los sucesos de mi vida. BERGANZA. Al cabo de veinte días los #gitanos# me quisieron llevar a Murcia.

CIPIÓN. Así es la verdad, Berganza, y viene a ser mayor este milagro en que no solamente hablamos, sino en que hablamos con discurso, como si fuéramos capaces de razón, estando tan sin ella, que la diferencia que hay del animal bruto al hombre, es ser el hombre animal racional, y el bruto, irracional.

CIPIÓN. Lo que yo he oído alabar y encarecer es nuestra mucha memoria, el agradecimiento y gran fidelidad nuestra; tanto, que nos suelen pintar por símbolo de la amistad. BERGANZA. Bien que ha habido perros tan agradecidos, que se han arrojado con los cuerpos difuntos de sus amos en la misma sepultura.

CIPIÓN. Así es verdad, y yo confieso mi yerro, y quiero que me le perdones, pues te he perdonado tantos; echemos pelillos a la mar, como dicen los muchachos, y no murmuremos de aquí adelante; y sigue tu cuento, que le dejaste en la autoridad con que los hijos del mercader tu amo iban al estudio de la Compañía de Jesús.

Quién, Cipion? quien tiene la ventura Y el valor nunca visto, que en encierras, Pues con ello y con él está segura La victoria y el triunfo destas guerras. El esfuerzo regido con cordura Allana al suelo las mas altas sierras, Y la fuerza feroz de loca mano Aspero vuelve lo que está mas llano: Mas no hay que reprimir á lo que veo.

Cipión hermano, así el Cielo te conceda el bien que deseas, que, sin que te enfades, me dejes ahora filosofar un poco; porque si dejase de decir las cosas que en este instante me han venido a la memoria de aquellas que entonces me ocurrieron, me parece que no sería mi historia cabal ni de fruto alguno.

CIPIÓN. Sea ésta la manera, Berganza amigo: que esta noche me cuentes tu vida y los trances por donde has venido al punto en que ahora te hallas, y si mañana en la noche estuviéremos con habla, yo te contairé la mía; porque mejor será gastar el tiempo en contar las propias que en procurar saber las ajenas vidas.