United States or Montserrat ? Vote for the TOP Country of the Week !


Es como si a un arquitecto se le dijese: «La casa construida por usted está mal cimentada, pero puede sobrevenir un terremoto y devolverle su equilibrioTodos estaban conformes en que la enferma entraba en una crisis, pero nadie, ni el propio señor Delviniotis, se atrevía a asegurar que no se terminase por la muerte. Germana deliraba. No reconocía a nadie.

El Gobierno francés, al fin, mandó a M. Mackau a terminar a todo trance el bloqueo, y con los conocimientos de M. Mackau sobre las cuestiones americanas, se firmó un tratado que dejaba a merced de Rosas el ejército de Lavalle, que llegaba en aquellos momentos mismos a las goteras de Buenos Aires y malograba para la Francia las simpatías profundas de los argentinos por ella y la de los franceses por los argentinos; porque la fraternidad galo-argentina estaba cimentada en una afección profunda de pueblo a pueblo, y en tal comunidad de intereses e ideas, que aun hoy, después de los desbarros de la política francesa, no ha podido en tres años despegar de las murallas de Montevideo a los heroicos extranjeros que se han aferrado a ellas como al último atrincheramiento que a la civilización europea queda en las márgenes del Plata.

Fuera o no esto cierto, éralo, sin embargo, que el respetable Butrón había aparecido de repente, cubriendo a Jacobo con el manto protector de su confianza; que Currita habíale proporcionado la desinteresada amistad de su caro esposo Fernandito, y que así, en aquellos ocultos rincones de los boudoirs como en las amplias aceras de las plazas públicas, designábanse a los tres personajes con los nombres de el joven Telémaco, el prudente Mentor y la invulnerable Calipso, murmurándose al mismo tiempo que Jacobo estaba arruinado, que el partido restaurador garantía su porvenir asegurándole una cartera en pago de sus servicios, y Currita atendía a su presente con una esplendidez que amenazaba dar al traste con la hasta entonces bien cimentada fortuna de la opulenta casa de Villamelón.

Uníalo con el viejo militar de Guillermo una viva amistad, cimentada sobre largas charlas filosóficas. A la mañana siguiente, muy temprano, Nébel llamaba al pobre cuarto de aquél. La expresión de su rostro era sobrado explícita. ¿Es ahora? le preguntó el paternal amigo, estrechándole con fuerza la mano. ¡Pst! ¡De todos modos!... repuso el muchacho, mirando a otro lado.

Yo no temo nada por , puesto que mi fe está bien cimentada y es superior a toda tentación; ¿pero y mis hijos, Dios mío?...

Por fin, la bruma de polvo y de impurezas que se eleva desde las llanuras me ocultó las pendientes bajas: quedaba tan sólo una especie de decoración cimentada en nubes y á penas podía encontrar mi mirada alguna de las cumbres pisadas en otro tiempo. Después los vapores cubrieron todos los contornos; rodeóme por todas partes la llanura de invisibles límites.

Desde entonces no ha deslucido Córdoba su bien cimentada reputación: y no por vana jactancia, sino con sobra de motivo, lleva por mote, en torno de los rampantes leones de su limpio escudo: «Corduba, militiae domus, inclyta fonsque sophiaeLucano, Séneca, Averroes, Ambrosio de Morales, Góngora y mil otros dan testimonio de lo segundo.

La reputación de M. de Vignet está bien cimentada y es hombre de grande ingenio, muchos conocimientos y méritos de toda especie; su familia es de las principales de este país, y es seguro que llegará a ocupar los puestos más eminentes a que pueda aspirar, dada la carrera que tiene, así por propios méritos como por el apoyo de su tío el conde de Maistre, actual canciller.

Si mi devoción tiene este fundamento, hay en ella dos grandes faltas: la primera, que no está cimentada en un puro amor de Dios, lleno de humildad y de caridad, sino en el orgullo; y la segunda, que esa devoción no es firme y valedera, sino que está en el aire, porque ¿quién asegura que no pueda el alma olvidarse del amor a su Creador, cuando no le ama de un modo infinito, sino porque no hay criatura a quien juzgue digna de que el amor en ella se emplee?

Paris entero se ve desde allí, como se distinguen todas las figuras de un panorama bien descrito. La vista del Sena es más delicada, más graciosa, más elegante. Hay allí algo poético, algo ideal. Una parte de Paris se nos ofrece como si estuviera cimentada sobre los arcos de los puentes; parece un pueblo que vive y se mueve sobre un rio, y esto causa una impresion extraña y agradable.