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De aquí que, rabiosa yo, maldijese de la marquesa, y ciega con mis celos me la figurase un monstruo. »Y de aquí, por último, que olvidando y echando a rodar todas mis penitencias, mis cilicios, ayunos y disciplina, me entregase yo de nuevo al demonio, cuya esclava y servidora había sido durante mucho tiempo.

Venus ocultó sus desnudeces de mármol en las ruinas del incendio, esperando renacer tras un sueño de siglos, bajo el arado del rústico. El tipo de belleza fue la virgen infecunda y enferma, enflaquecida por el ayuno; la religiosa, pálida y desmayada como el lirio que sostenían sus manos de cera, con los ojos lacrimosos, agrandados por el éxtasis y el dolor de ocultos cilicios.

Varias veces durante la noche levantábase a orar; al amanecer, en los días más húmedos y fríos del año, salía de casa para ir a la iglesia, donde pasaba algunas horas de rodillas; ayunaba con un rigor que no había visto ni en su ascético maestro del seminario, abstinencias prolongadas, terribles, que parecían imposibles de resistir; gastaba cilicios en las piernas y los brazos, y se disciplinaba los viernes y en las vísperas de las fiestas señaladas.

Será el reinado del Espíritu Santo, o sea del amor puro, sin disciplinas ya, sin abstinencias, sin cilicios y sin duelos y quebrantos, sino todo deleite, holgorio e incesante gaudeamus. El estilo del Sr. Gener, lleno de lirismo, aunque escribe en prosa, produce en el lector no pocas dudas. ¿Hasta qué punto quiere el Sr.

La mayor parte de las señoritas comm'il faut están entregadas en cuerpo y alma a los jesuitas, creo que muchas traen cilicios debajo de la camisa. ¡Qué horror! exclamó don Víctor, que estaba presente, aunque no era de la Junta. , señor, cilicios corroboró Foja . Amigo, el Magistral no puede tanto. No ha conseguido que sus hijas de confesión usen cilicios y otras invenciones diabólicas.

Algún abuso habría en la cantidad; mas en la calidad eran dignos de servirse en mesas de reyes. ¿La estrechez de la regla, las penitencias, los ásperos cilicios?

Hízose entonces más devoto que nunca, redobló las penitencias, inventó cilicios especiales y feroces disciplinas, sumergiose en incesante plegaria. Su espíritu, hastiado del mundo, buscaba ahora confortarse con el ensueño de la otra vida; pero allí también hallose con tremenda incertidumbre: ¡el destino de su alma, su salvación!

No se hería materialmente, no se atormentaba largo tiempo hacía con ayunos, con cilicios y con vigilias forzadas; pero en este combate misterioso en que se aventuró, en este silencio y disimulo, en esta aparente impasibilidad que adoptó, en esta dominación tiránica con que su espíritu angustiado quiso imponer e impuso al cuerpo que no dejase traslucir su dolor ni en ayes, ni en llanto, ni en una contracción siquiera de los músculos del rostro, ideó el padre, tal vez sin querer, el más espantoso de los martirios, verdadera venganza, rudo castigo de su culpa, si culpa hubo.

También los nuestros mantenían á su costa gran parte ó la mayor de esta fiesta; porque como echando mano de ellos les registrasen aun los más secretos senos, y hallasen en el lugar de joyas cilicios, cadenillas y disciplinas, montando en cólera por verse burlados, les sacudían reciamente con ellas; otras veces, como queriendo usar con ellos de misericordia por verlos pálidos y consumidos de tantos trabajos, les ofrecían unos grandes vasos llenos de licores suyos propios; y si por modestia ó por otra causa rehusaban llegarlos á los labios, les obligaban á ello con la pistola en la mano.