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Ni le conocía lo suficiente para cifrar en él todas sus esperanzas, ni la había tampoco hablado en esos términos que hacen recíproca la ternura.

Las Aliaga volvieron a la ciudad y al cabo de un año Carmen aceptó a José Luis Aguirre, aun cuando la persona de éste no coincidía con su secreto ideal... Pero al fin, menos apasionada que la pobre Laura, más resignada a la realidad del mundo y enseñada, además, por la verdad que parecían realmente encerrar los extraños temores y presentimientos de Zoraida, había cesado de cifrar esperanzas en el peligroso amor.

Esto hizo que se hablara sobre los frecuentes casos de longevidad de Filipinas, y el que dijera á mi amigo que entre aquellos alumbrantes irían muchos de ochenta y noventa años, á lo que me replicó aquel, que conocía un antiguo veterano que llevaba más de cuarenta años cobrando su retiro, siendo de advertir que al salir del ejército ya tenía el máximun de tiempo, debiendo por lo tanto cifrar en más de cien años.

Pero si fuésemos analizando y examinando por separado todas estas cosas, no tendría fin ni término nuestro artículo; y así conviene tocar sólo puntos capitales, y resumir y cifrar en dos o tres tipos todo lo que hay en la cordobesa de más característico y propio.

Contra un achaque tan inveterado no qué remedio pueda haber. El arte de producir oro, la Crisopeya, se ha perdido por completo, y ya no tenemos más arte o ciencia en que cifrar nuestras esperanzas, a ver si nos saca del atolladero, que la Economía Política. Dios ponga tiento en las manos de los que la saben y la aplican a la gestión de los negocios del Estado.

Y no por la ciencia, no por el presunto conocer, sino con humildad, desprendiéndome de todo afecto pasajero, de toda liviana inclinación a las cosas creadas, logré subir hasta el manantial inagotable de donde todas manan y en el amor del bien soberano cifrar y confundir todos mis otros amores, empezando por el de mismo.

La vista misma de la baronesa había llegado a hacérsele insoportable; su resolución de abandonarla estaba definitivamente tomada, y no aguardaba sino el momento de ponerla por obra; su primera idea fue, como hemos visto, llevar a cabo una especie de suicidio sepultándose en las austeridades de una de las más severas órdenes religiosas, y aun volvió, a hablar de nuevo a su amiga la señora de Aymaret sobre su próxima entrada en el Carmelo, esforzándose realmente en cifrar en el Cielo un amor para el que ya no quedaba esperanza alguna en la tierra; pero es menos difícil hacer un sacrificio que perseverar en él.

Quiso, pues, llevar a doña Guiomar a que se sentase en un canapé que en el aposento había, y con voz dulce, y tentadora, y acariciadora, y enamorada, la dijo: Ni yo para más que para vos vivo, hermosa y adorada señora mía, ni pudiera vivir después de conoceros, si no fuese para cifrar en vos mi ventura, ni pensar quiero, porque sólo pensar en ello me mataría, que de vos habré de vivir apartado y a otra unido; que sería como verme unido a un insoportable tormento, que me haría desear, como un menor mal, la muerte.

Todos mis recuerdos están concentrados en ella, pues no puedo, como la mayor parte de las niñas, cifrar mi vida en la visión de un alegre hogar atestado de niños pequeños y protegido por la doble ternura de un padre y una madre... Tenía, sin embargo, amiguitas que iban a jugar y a reír conmigo; pero detrás de aquel cuadro de cándida alegría, veo siempre aparecer la sombra melancólica del largo velo de la abuela.

Debe usted ciertas compensaciones á las que han sufrido por su causa. En fin, si una mujer, conmovida por sus desgracias, interesada por su rehabilitación y sinceramente enamorada de usted, se ofreciera á cuidar las heridas secretas de su corazón, á curarlas y á cifrar su dicha en hacer de usted el hombre que debe ser, ¿rechazaría usted esa ternura?