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La muchacha no contestó nada. Después de una pausa, dijo: ¡Divino Dios! Eso es imposible. Imposible no, aunque difícil. El ingeniero director de las minas ha dado esperanzas al padre de mi amo. ¿D. Carlos Golfín? , señor. D. Carlos tiene un hermano médico que cura los ojos, y, según dicen, da vista a los ciegos, arregla a los tuertos y les endereza los ojos a los bizcos. ¡Qué hombre más hábil!

Tiene ya una ocupación para llenar sus horas. Quiere ser un contemplador de la vida. Celebra haber nacido en la más interesante de las épocas. Algo va á ocurrir; algo nuevo en la Historia. Todavía dura la gran polvareda del combate. Es una niebla que desorienta y no permite dominar el contorno entero de las cosas. Los mismos actores del drama reciente están ciegos.

19 y envió a Jesús, diciendo: ¿Eres aquel que había de venir, o esperaremos a otro? 20 Y como los hombres vinieron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, diciendo: ¿Eres aquel que había de venir, o esperaremos a otro? 21 Y en la misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos; y a muchos ciegos dio la vista.

Destas sacaba él grandes provechos con las artes que digo, y ganaba más en un mes que cien ciegos en un año. Mas también quiero que sepa vuestra merced que, con todo lo que adquiría y tenía, jamás tan avariento ni mezquino hombre no vi, tanto que me mataba a de hambre y así no me demediaba de lo necesario.

Y, por acabar, llegué al postrer capítulo, que decía así: "Pero advirtiendo con ojos de piedad que hay tres géneros de gentes en la república tan sumamente miserables que no pueden vivir sin tales poetas, como son farsantes, ciegos y sacristanes, mandamos que pueda haber algunos oficiales de esta arte, con tal que tengan carta de examen de los caciques de los poetas que fueren en aquellas partes.

A sus pies vio Maltrana una numerosa colección de cartillas para ciegos. ¡Quién podría ir al Rastro en busca de tales cosas!... El Ingeniero, percibiendo al través de las negras antiparras una pareja detenida ante su «establecimiento», husmeó al comprador. Un órgano magnífico, caballero; fabricación alemana, y se da regalado. Usted es persona de gusto.

Como el Hijo del hombre no vino para šer šervido, šino para šervir, y para dar šu vida en rešcate por muchos. Entonces šaliendo ellos de Iericho, šeguiale gran compaña. Y heaqui dos ciegos šentados junto al camino, como oyeron que Iešus paššava clamaron, diziendo, Señor, Hijo de David, ten mišericordia de nošotros.

El ruido de la guitarra y de los cantos de los ciegos arreció considerablemente, uniéndose al estrépito de tambores de Navidad. «¿Y no tienes tamborpreguntó Jacinta al pequeñuelo, que apenas oída la pregunta ya estaba diciendo que no con la cabeza. ¡Que barbaridad! ¡Miren que no tener un tambor...! Te lo voy a comprar hoy mismo, ahora mismo. ¿Me das un beso?

Siempre las tenéis delante de los ojos pa espantarvos el sueño.... Dos me cogieron á , y vos digo que no me pesa ahora que salí de ellas.... Más debiera espantarvos esto otro.... Si, señor, tiña; y ciegos sois si no lo habéis visto bien claro.

Alegraríame que fuese cerca, porque llueve que cala y ciegos andamos. ¿No oís? Campanillas. De mulas de coche. Muy ruidoso me hacéis. No hay por qué taparse. Alégrome. Pero ya llegamos. ¡Eh, Andresillo, la meseta á este caballero para que suba! No veo dijo Quevedo. Guiaréos yo; delante tenéis la meseta.