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Es verdad que por el tacto nos viene la idea de la extension; que este sentido basta para darla, como se ve en los ciegos; pero no lo es que el tacto sea necesario para ella. Ya he demostrado mas arriba que la simple vista es suficiente para proporcionarnos el conocimiento de las tres dimensiones, que es lo que constituye el volúmen, ó la extension en todo su complemento.

Diariamente, aunque ciegos, sienten venir la luz, ábrense con avidez, recíbenla, contémplanla con su cuerpo transparente, y cuando ha desaparecido, la conservan y la cobijan con su amoroso pensamiento.

Lo cierto del caso, según me aseguró el Flos sanctorum, es que sin los tales personajes no se hacía cosa á derechas en aquella República, y si bien los Sustantivos eran muy útiles, no podían hacer nada por , y eran como instrumentos ciegos cuando algún señor Verbo no los dirigía.

Ordenó que ningún ciego cantase milagro en coplas si no trujese testimonio auténtico de ser verdadero, por parecerle que los más que los ciegos cantan son fingidos, en perjuicio de los verdaderos.

En los últimos tiempos se arrastraba por los tugurios tocado con un sombrero gris y desvencijado, con la pipa humeante, abatida sobre las barbas canas y enmarañadas, y en los ojos ciegos un gran deslumbramiento de ilusión. Su carrick destrozado era la rota bandera de los días suntuosos y efímeros, e inspiraba la desolación de una grandeza en ruinas.

Pero Montiño era de esos ciegos que no ven ó no quieren ver, y exclamó: ¡Válgame Dios y qué llanto tan inútil! ya no tienes nada que temer, y yo te amo más que nunca. Vamos, mujer, por Dios, olvidemos eso; ya te he dicho que yo estaba loco. ¿No estás bastante vengada de ? No, no y no; necesito vengarme más. Pues bien, haz de lo que quieras, pero no me atormentes más con tus lágrimas.

Los cojos saltaban, los ciegos creían ver, los mancos se agarraban con sus muñones á la fila serpenteante. La Marsellesa parecía un himno milagroso, comunicando á todos una nueva fuerza. ¡La paz!... ¡la paz!

Los ciegos veen, y los coxos andan: los leprošos šon alimpiados, y los šordos oyen: los muertos šon rešušcitados, y

En pocos minutos queda la carretera desierta. Los peones, que como es natural permanecen rezagados, escuchan algún tiempo el ruido de los coches, como un rumor distante de olas que se estrellan. Era ciego de nacimiento. Le habían enseñado lo único que los ciegos suelen aprender, la música; y fue en este arte muy aventajado.

17 Y le fue dado el libro del profeta Isaías; y cuando abrió el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor es sobre , por cuanto me ha ungido para predicar el evangelio a los pobres; me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados;