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Dió una manotada al vaso que tenía delante y salió del comedor, ciega, fué a su cuarto, se envolvió en un mantón y se plantó en la calle. En aquel momento, se acordó de su madre. ¡Su madre! ¿la había tenido ella acaso?

Yo estaba ciega. Creí ver en V. un hombre extraviado que me enamoraba, que estaba prendado de , á quien por amor mío iba yo á cautivar el alma, haciéndola capaz de más altos amores. No advertí que ni siquiera era V. capaz del bajo y criminal amor de la tierra. Usted buscaba sólo la satisfacción de un capricho, un goce fácil, un triunfo de amor propio.

La voluntad llevada de este apetito solo ama á lo bueno; es decir, solo ama las cosas que mira como buenas, y como que pueden contribuir á su felicidad. Pero como es potencia ciega y libre, no se determina á amar las cosas particulares, si no la ilustre antes el entendimiento. Es preciso, pues, que el entendimiento presente una cosa como buena, para que la ame y apetezca la voluntad.

La facultad de sentir es enteramente ciega para todo lo que no es su objeto determinado; lo que no se halla en este, en cuanto objeto de dicha facultad, no existe para ella en ninguna parte; por lo cual se echa de ver que abandonada á misma, objetivará su impresion, se creerá siempre intuitiva, convirtiendo en realidad la simple apariencia.

Por las palabras de estos autores se viene en conocimiento de cuán flaca i ciega es la razon humana, i cuán fácilmente tuerce i lleva la condicion de los mortales á odiar lo mas amado, i á amar lo mas aborrecido.

El miedo ciego de Santo Tomás le hacía concebir una justicia ciega de la Divinidad porque por su culpa Dios desencadenaba una tempestad y prodigaba el rayo que naturalmente dañaba y molestaba a un gran número de personas que sufrían por causa de las culpas del Santo.

Cuando las dos señoritas Lammeter entraron al salón de recepción, el que no hubiera conocido el carácter de cada una de ellas hubiera podido sin duda suponer que la razón que había inducido a Priscila, de acciones vulgares, retaca y mal hecha, a vestir un traje igual al de su linda hermana, era su ciega vanidad o la maliciosa ocurrencia de Nancy para realzar de ese modo su singular belleza física.

19 No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. 20 La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que el SE

Hay allí una muchacha ciega, a quien llaman la Tiñosa, la cual canta el jaleo y el ole con tanto primor, que oyéndola he sentido emociones dulcísimas y me he trasportado a las últimas, a las más remotas regiones de lo ideal.

Oyendo lo cual Sancho, dijo: -Tan de valientes corazones es, señor mío, tener sufrimiento en las desgracias como alegría en las prosperidades; y esto lo juzgo por mismo, que si cuando era gobernador estaba alegre, agora que soy escudero de a pie, no estoy triste; porque he oído decir que esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y, sobre todo, ciega, y así, no vee lo que hace, ni sabe a quién derriba, ni a quién ensalza.