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Para que tan ilustre nombre pasase a los pósteros, así lo dijo en cabildo pleno el pomposísimo Cicerón, el apellido ilustre del general fué aplicado a todo establecimiento público, escuela, teatro, hospital, paseo, etcétera, etcétera. Una lápida conmemorativa, los villaverdinos se parecen por la epigrafía, señala al viajero la casa en que nació el grande hombre.

Los ángeles a porfía Al Santo azotes le dan Porque á Cicerón leía... Y Quevedo entonces, interrumpiéndolo, terminó la estrofa de esta manera: Cuerpo de Dios, ¡qué sería Si leyera á Montalbán! De las comedias manuscritas de Montalbán, del duque de Osuna, llevan fecha del año: La deshonra honrosa, 1622; Como padre y como Rey, 1629, y La ventura en el engaño, 9 de mayo de 1630.

Este que no me daba, como ustedes, tantos disgustos; éste que no hacía concordancias gallegas, y se sabía al dedillo los pretéritos, y entendía, como un maestro, al dulce Virgilio, al conciso Tácito, y al asiático y pomposísimo Cicerón. Ya me lo esperaba yo. Milagro que no acabó el discurso con algún exámetro oportuno.

Cómo sabríamos que hubo JULIO CESAR, que fué muerto en el Senado: que hubo CICERON, y que fué asesinado en una Granja: que hubo AUGUSTO y otros Emperadores Romanos, si no creyésemos á los que nos lo aseguran, porque los vieron, conocieron, y trataron? La fe de las Historias, y la noticia de los tiempos pasados nos viene de esa manera.

Entonces calificamos de invicto al general que nos entusiasma; de más elocuente que Cicerón y Demóstenes a nuestro orador favorito; y al autor de la comedia o del drama que hemos aplaudido de mucho más sublime que Shakespeare, cuyas obras por lo común hemos tenido la precaución de no leer.

Los Filósofos antiguos fueron muy diestros en formar semejantes sofismas. Cuenta LAERCIO, que EUBULIDES inventó siete maneras de sofismas, que se llaman el mentiroso, oculto, electro, encubierto, sorites, cornuto, y calvo, de los quales hace mencion CICERON en algunos lugares, y todos consisten en la equivocacion de las voces.

Grandes fueron y muchos los regalos que los desposados hicieron a don Quijote, obligados de las muestras que había dado defendiendo su causa, y al par de la valentía le graduaron la discreción, teniéndole por un Cid en las armas y por un Cicerón en la elocuencia.

Don José era bondadoso y reposado, D. Fadrique un diablo de travieso; pero D. José no atinaba hacerse querer, y D. Fadrique era amado con locura de ambas chachas, del feroz D. Diego y del ya citado P. Jacinto, quien apenas tendría treinta y seis años de edad cuando enseñaba la lengua de Cicerón á los dos pimpollos lozanos del glorioso y antiguo tronco de los López de Mendoza bermejinos.

Pero, aunque despreciando en la apariencia este arte secundario, por tener la ambición puesta en el de Cicerón y Bossuet, todavía le gustaba oir las palmadas, los oles y los requiebros de sus amigos cuando se decidía á complacerlos. Velázquez se había levantado y salió á la tienda.

Despues de esto cuidan mucho en tener en la memoria un catálogo copioso de Autores: y si se hallan en una conversacion, vierten noticias comunísimas, y dicen que ya Ciceron lo conoció, que ya se halla en Aristóteles, y luego añaden, que entre los modernos lo trata bien CARTESIO, y mejor que todos NEWTON. Si tienen la desgracia de encontrar con uno, que esté bien fundado en las Ciencias, y haya leido estos Autores, y les replica, mudan de conversacion, y así siempre mantienen la fama entre los que no lo entienden.