United States or Heard Island and McDonald Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Todo obedece.... ¡bueno!, ¡chi lo sa! á que somos así; trátase de una causa ingénita, y hasta cierto punto somos irresponsables. El convulsionismo nadie lo ignora es el más terrible de los males morales que nos aquejan; y lógico y natural sería que mostrásemos empeño en hacerlo desaparecer y en impedir sus brotes.

Y a la tal preguntita, que había venido a ser tan frecuente como el pestañear, el que estaba de turno contestaba Chí, dando a esta sílaba un tonillo de pronunciación infantil. El Chí se lo había enseñado Juanito aquella noche, lo mismo que el decir, también en estilo mimoso, ¿me quieles?, y otras tonterías y chiquilladas empalagosas, dichas de la manera más grave del mundo.

Ahora me las pagarás todas juntas... ¡Cuánto me has hecho sufrir!... ¡Más maldiciones le he echado a ese dichoso convento...! Pero qué guapa estás, nena. Chi. Estás hermosísima. Chi... para ti. El frío aquel de fiebre se trocó de improviso en calor violentísimo, y la risa convulsiva en explosión de llanto. «No es día de llorar, sino de estar alegre». ¿Sabes de qué me acuerdo?

Julio juraba que Reyes tenía el alma de artista, que si le vicende hubieran sido otras, sin duda se hubiera aventurado a vivir del arte y sería a estas horas un músico ilustre, un compositor, un gran instrumentista, Dios sabía.... Non è vero, mia figlia?, con quel cuore ch'a questo' uomo... chi sacosa sarebbe diventato!... La Gorgheggi decía con entusiasmo contenido: Ma si babbo, ma si!...

Espérate a que lleguemos a Zaragoza. No, ahora. ¿Ahora mismo? Chí. No... en Zaragoza. Mira que es historia larga y fastidiosa. Mejor... Cuéntala y luego veremos. Te vas a reír de . Pues señor... allá por Diciembre del año pasado... no, del otro... ¿Ves?, ya te estás riendo. Que no me río, que estoy más seria que el Papamoscas.

Este y otros términos que se dicen a los niños les hacían reír cada vez que los pronunciaban; pero la confianza y la soledad daban encanto a ciertas expresiones que habrían sido ridículas en pleno día y delante de gente. Pasado un ratito, Juan abrió los ojos, diciendo en tono de hombre: «¿Pero de veras que vas a tener un chico?...». Chí... y a mimir... ro... ro...

Nada en gracia de Dios. ¿Cuánto me quieres? Tanto así. Es poco. Pues como de aquí a la Cibeles... no al Cielo... ¿Estás satisfecho? Chí. Jacinta se puso seria. «Arréglame esta almohada». ¿Así? No, más alta. ¿Estás bien? No, más bajita... Magnífico. Ahora, ráscame aquí, en la paletilla. ¿Aquí?

Eppur, si muove proseguía, pues era hombre erudito hasta cierto punto, sabía un poco de italiano porque había oído cantar muchas óperas y conocía las palabras que se atribuyen a Galilieo, así como varias otras sentencias expresadas en la lengua de Dante; verbigracia: Chi va piano, va sano e va lontano.