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Los hombres usan calzones anchos y una chaqueta ó chupa cerrada por delante, como la de los chinos: se arrollan una tela ó especie de toalla á la cabeza, cuyas puntas con flecos caen con gracia sobre la espalda.

Válgame Dios dijo la señora con que calentura maligna... Pero muy grande, y lo más malo es que ha dicho el señor médico que busquen quien teta al niño... y ya ve vuecencia, así de pronto cualquiera encuentra... Está la criatura llorando como un cachorro... chupa que chupa, Manuela con los pechos secos... y , como si mamase de un pepino.

Don Diego, como queda dicho, llevó á D. Fadrique á la ciudad. Tenía D. Fadrique trece años, pero estaba muy espigado. Como iba de visitas de ceremonia, lucía casaca y chupa de damasco encarnado con botones de acero bruñido, zapatos de hebilla y medias de seda blanca, de suerte que parecía un sol.

De ordinario, acabado el desayuno, mientras señora Juana retiraba los platos, Andrés se levantaba y se iba a la cocina: Señora Juana: vaya usted por allá; tengo muy buen arroz. Vaya usted, que ahora está todo muy bueno en el changarro. Hay una mantequilla que... ¡qué ya verá usted cómo se chupa los labios el amito! Volvía, tomaba asiento, y conversaba un rato.

Esto me parece tan extravagante como lo que he oído decir que acontecía hace un siglo entre nosotros, cuando, al ponerse en escena El maestro de Alejandro, salía Aristóteles vestido de abate, con casaca, chupa, espadín, zapato de hebilla y capita veneciana.

Publiqué los tales sonetos en «El Montañés», previa la aprobación de don Román, quien los tuvo por buenos y muy buenos, antes y después de que «La Voz de Villaverde», «La Sombra de Vega», y cierto periodiquín de Pluviosilla los hicieran trizas y pusieran al autor como chupa de dómine. Por supuesto que no salieron con mi firma.

En cambio tiene usted la gratitud y el amor de muchos. ¿Abatirme? ¡Eso no! replicó en un arranque de energía. ¡Eso no! Nadie me verá rendido. Al contrario: altivo, con soberbia dignidad. Por eso no me quieren. Tomé la pluma, y burla burlando le puse de oro y azul. Mandé a «El Montañés» tres comunicados de chupa y daca. Hijo: mi hombre vio lumbre, y gritó, pateó, rabió.

Después de algunas dilaciones, se la concedieron. Me acuerdo de cuando fue allí. Era un señor muy seco y estirado, con chupa de treinta colores, muchos colgajos en el reloj, gran coleto, y una nariz muy larga y afilada, con la cual parecía olfatear a las personas que le sostenían la conversación.

Es clérigo. Parece que lee un papel impreso. Es sin duda un periódico de los que ponen como chupa de dómine a las Cortes. Aquí acostumbran leer las picardías que los papeles públicos dicen de los diputados, y las contestaciones que estos se sirven dirigirles.

Gastaban casaca de paño azul, chupa amarilla, calzones de buché, ó bombachos, con zapatos grandes, y un sombrero chico de tres picos. Eran blancos y rubios, con ojos azules y barba cerrada. Hablaban, un idioma ininteligible á los españoles y á los indios; pero las marcas de que se servian para herrar su ganado eran como las de España, y sus rodeos considerables.