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La primera representa á un viejo sentado en un sillon, y á una jóven de pié, presentándole una jícara de chocolate. La segunda representa á una jóven sentada como el viejo, y á un jovencito que la ofrece un presente de amor. Las cuatro figuras tienen tules ó encajes estrechos en los remates de sus vestidos, segun el gusto de la época.

Entonces se seca al sol o por medio de hornos de aire caliente, y queda el producto acabado, de color rojo brillante por fuera, y de chocolate por dentro, y se deshace fácilmente entre los dedos. El chocolate se distingue del cacao por el hecho de que la manteca, grasa que se encuentra en las extremidades de las semillas, constituye parte de aquél, la cual es separada del cacao.

Ponga el chocolate ahí dijo a Sabel. Mientras la moza ejecutaba esta orden, Julián alzaba los ojos al techo y los bajaba al piso, y tosía, tratando de buscar una fórmula, un modo discreto de explicarse. ¿Hace mucho que no duerme en este cuarto el señor abad? Poco.... Hará dos semanas que bajó a la parroquia. Ah.... Por eso.... Esto está algo... sucio, ¿no le parece?

A las ocho tomaban juntos el chocolate en el invernáculo que él llamaba con cierto orgullo enfático la serre. ¡Si esto fuera nuestro!... pensaba a veces Quintanar contemplando las plantas exóticas de los anaqueles atestados y de los jarrones etruscos y japoneses más o menos auténticos.

Si la expedición había sido fructuosa, pavoneábase la gitana con orgullo. ¡Arza pa alante, esgalichao! ¡Menúo callardó vais a mamaros y los churumbeles!... Encendían fuego en su covacha, preparando, ante todo, el chocolate, dejando para después el guisoteo de la cena.

Corriéndose al velador inmediato, donde estaba cenando el ciego, mandó al mozo que le pusiese allí su chocolate. El ciego volvió hacia él sus ojos vacíos y muertos, su cara que parecía un quinqué sin encender, y le dijo con profundísima tristeza: «¿Pero es verdad, D. Juan Pablo, lo que usted nos cuenta? ¿Lo cree usted así, o es que quiere entretenerse y divertirse con nosotros, ignorantes?

Ella, sin duda, le diría primero que Antoñuelo era mi amigo y don Paco el de mamá, y después, que yo me había apoderado de los dos, de uno para el gusto y del otro para el gasto, y que yo me estaba comiendo las mil chucherías que él me traía de regalo y hasta el exquisito y sin par chocolate que se fabrica en casa de ella.

A casa, a casa. Ven también, Nela, para que tomes chocolate dijo Penáguilas, poniendo su mano sobre la cabeza de la vagabunda . ¿Qué te parece mi sobrina?... Vaya que es guapa.... Florentina, después que toméis chocolate, la Nela os llevará a pasear a entrambos, a Pablo y a ti, y verás todas las hermosuras del país, las minas, el bosque, el río....

Sartenes rascadas con tenedores y cucharas de hierro; tiestos de cocina tocados como címbalos; cacerolas, dentro de las cuales se agitaba en vertiginoso remolino un molinillo de batir chocolate; peroles de cobre en que tañían broncas campanadas fuertes manos de almirez; latas atadas a un cordel y arrastradas por el suelo; trébedes repicados con varillas de hierro, y, por cima de todo, la lúgubre y ronca voz del cuerno, y la horrenda vociferación de muchas gargantas humanas, con esa cavernosidad que comunica a la laringe el exceso de vino en el estómago.

No digo que tenga hambre... y tal vez... Su situación no debe ser muy desahogada. Hoy a las cuatro de la tarde, según me dijo, no había entrado en su cuerpo más que un poco de pan del día antes, un pedacito de chocolate crudo, y al mediodía una corta ración de bofes. ¡Por Dios! ¿Y usted consiente eso? ¡Bofes...!