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Nunca he tenido un cochero mejor... El cañonazo no había sido más que una señal; luego, la cosa es por todas partes, a la derecha, a la izquierda; no se ven más que techos incendiados, haces de fuego, torres chispeantes, y el parque se ilumina con una hermosa claridad verde... En una palabra, mi viejo Ilgenstein se ha convertido en un verdadero castillo encantado.

Sus ventisqueros, formados de nieves mates, reflejan vivos resplandores verdes, azules, purpurinos; viéndose ceñidos de una deslumbradora diadema de chispeantes piedrecitas. Por espacio de muchos meses la aurora boreal aparece todas las noches alumbrando aquel cuadro con los más siniestros resplandores.

Y jadeante, con los ojos fijos y chispeantes, esperaban. El gitano se encogió de hombros, volvió la cabeza de su caballo del lado de la tartana, y la ganó a nado en medio de una granizada de balas, cantando una antigua canción mora del Hafiz: ¡Oh! permites, encantadora niña, que yo envuelva mi cuello con tus brazos, etc., etc. Los contrabandistas se quedaron anonadados.

¡Dichosa ella! solía decir el marqués, interviniendo en el caso algunas veces, mientras se paseaba por el gabinete, con las manos en los bolsillos, las cejas y los labios contraídos, la cabeza humillada y los ojos chispeantes, derramando la mirada, que quería ser triste, por los dibujos de la alfombra . ¡Dichosa ella, que está en la edad de las grandes impresiones, y puede llorar para desahogo del corazón oprimido!

Había hablado con pasión. Sentía fuego en mis mejillas y de repente me avergoncé al pensar que había descubierto así delante de él el fondo de mi corazón. Me oculté la cara entre las manos, luchando contra las lágrimas. Cuando me atreví a levantar la cabeza, él estaba delante de , mirándome fijamente, con ojos chispeantes. Criatura dijo, ¿de dónde te vienen esas ideas?

Levantose aprisa, y corriendo al lado del enfermo, hallole sentado en el lecho, pálido, con las gafas caladas, los ojos chispeantes y las manos en movimiento como quien acompaña de expresivos gestos las palabras que a mismo se dice: ¿Qué hay? preguntó ¿se ha deshecho el entablillado? ¿Qué es eso?... ¿calentura, dolores?

Rafael la seguía con la vista, acogiendo con forzosa sonrisa los cumplimientos de los notables que le felicitaban por su buena suerte. El alcalde un hombre que, según decían los enemigos temblaba en presencia de su esposa afirmaba con los ojos chispeantes, que por una mujer así era él capaz de hacer toda clase de locuras.

Me pongo en marcha entre el tumulto. Del lado del bosque, el cielo está cubierto de miriadas de luces de colores, cohetes, bombas que estallan en las alturas y caen en lluvias chispeantes, violetas, rojizas, azules, blancas, anaranjadas. Al frente, en el extremo, sobre la multitud que culebrea en la Avenida, la plaza de la Concordia parece un incendio.

No tengo derecho para ello gritó, no tengo derecho. No si podré hacerla feliz. ¡Oh! ¡Francamente... si no lo sabes!... Encogí el labio con desprecio y dentro de , llegué a esta conclusión: «¡Entonces, no la amaPero él, con los ojos chispeantes, se animó más: Compréndeme, niña.

Los ojos de Sorege aparecieron chispeantes y sus labios temblaron, como si fuese á dejarse llevar á alguna declaración imprudente. Pero logró dominarse, dió tres pasos para dejar á Tragomer y volviendo en seguida hacia él, le dijo: ¡Cada cual es dueño de su destino, Tragomer! Si el desgraciado Jacobo estuviese aquí, él mismo te lo atestiguaría.