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Abrevió algunas descripciones demasiado largas, interpretó a su modo ciertos pasajes curiosos y a todo añadió un comentario inteligente. En resumen, consiguió interesar a su querido auditorio, a excepción del marqués de los Montes de Hierro que chillaba como un condenado para interrumpir la lectura. Los niños son como los pájaros; cantan cuando se habla delante de ellos.

Hija de mi vida chillaba Segunda, abrazando y besando a su sobrina, que si no era ya cadáver, lo parecía . Dinos lo que te han hecho, dímelo, corazón. ¡Ay, qué dolor de hija!... Usted dijo Plácido a Izquierdo autoritariamente , corra a llamar a ese señor boticario que suele venir, el que ahora la protege. Yo avisaré a otra persona, y vamos a escape, que la muerte nos coge la delantera.

Gregoria se dirigió a su hermana, increpándola; Pablo Aquiles, que servía una taza de tisana a la enferma y no había querido hasta entonces tomar parte en la disputa, se vió precisado a intervenir, porque la cosa tomaba mal aspecto. Los improperios se cruzaban de parte a parte, y entre las voces enardecidas, oíase la de Casilda, que chillaba: ¡, señor, lo dicho, dicho!

Hubo motín de mujeres: motín en regla, capitaneado por Rosa Mística en persona. Sus gritos y sus lamentaciones habrían aturdido a los sordos. ¿Qué quiere decir Urdax? gritaba la una. ¿Qué tenemos nosotros que ver con Urdax? clamaba la otra. ¿Quién ha de querer enterrarse en Urdax? chillaba una vieja.

Chillaba la garrucha del pozo, saltaba ladrando de alegría junto á sus faldas el feo perrucho que pasaba la noche fuera de la barraca, y Roseta, á la luz de las últimas estrellas, echábase en cara y manos todo un cubo de agua fría sacada de aquel agujero redondo y lóbrego, coronado en su parte alta por espesos manojos de hiedra.

Inútil era decir a los impacientes de Córdoba que un ejército no se instruye, arma y equipa en cuatro días: nada de esto entendían. Aunque al través del tiempo nos parezca lo contrario, entonces se chillaba mucho, y también había quien tomara muy a pechos los asuntos de la guerra sólo por el simple placer de meter ruido, y también por hacerse de notar.

Se chillaba, se reía, se arrojaban las mazorcas unos á otros, se tiraba de los pañuelos á las zagalas, se defendían ellas dando algunos vigorosos empujones que no pocas veces hacían caer de bruces á sus contrarios. Todo se hacía menos trabajar.

A las nueve fui a buscarla a casa de Jacoba. Ya te lo habrá dicho ella. Me pasé allí cerca de dos horas. Y como si el diablo quisiera mortificarnos, la criatura chillaba sin cesar... , , ya todo eso... ¿Y luego? ¡Qué noche! Los chubascos se repetían sin cesar. Las calles estaban perdidas, sobre todo por aquellos barrios extraviados.

Algo chillaba dentro de él que se lo decía. Era criminal, y sus perseguidores tenían razón en perseguirle, y aun en matarle atándole en un palo y estrangulándole.

No corriendo el dinero, la plaza está mal, no se vende nada, y el bracero que tanto chillaba dando vivas a la Constitución, no tiene qué comer. Total, que yo digo siempre: «Lógica, liberales» y de aquí no me saca nadie. «Este hombre tiene mucho talento» pensaba Rubín, apoyando con movimientos de cabeza la aseveración de aquel sujeto.