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En esta forma, con el rostro encendido y los ojos llameando de cólera, dio la vuelta hacia el pueblo sin despedirse de su compañero, llevando medio en suspensión al chico, que lanzaba quejidos lastimeros. El P. Gil le contempló estupefacto hasta que le perdió de vista. Permaneció todavía unos momentos inmóvil, abstraído.

Y cogiendo a su hermano en brazos como si fuera un chico lo metió en el coche y detrás se introdujo él. El cochero arreó a la bestia y el carruaje se deslizó velozmente y sin ruido sobre la nieve. Mientras caminaban, Santiago teniendo siempre abrazado al pobre ciego, le contó rápidamente su vida.

Verdad es que el chico era insinuante, y tenía una labia y una gracia, que hubiera sido para él empresa fácil la conquista de su linda prima, aunque viniera armada de prevenciones.

Y lo que es chico..., no hay más que verla; es necesario ser negao ú estar memo pa suponer que pueda tener aquel cuerpo y aquel talle una mujer que... ¿Qué? Vamos, que haiga parido, señor. La sospecha de don Juan se desvaneció por completo. ¿Qué tenía que ver Cristeta, casada, madre y en buena posición, con una pobre muchacha sola y que seguramente viviría de sus manos? ¿Lo parecido del nombre?

Rafaelito, y nadie más que Rafaelito; y para atestiguarlo estaban también las amigas de la manía, que se hacían lenguas en su presencia de lo elegante que era el chico. ¡Estudiar...! Ya lo haría más adelante.

Era, en resumen, un chico de buena pasta, pero le faltaban valor y empresa. Carecía en absoluto de todo sentimiento estético, pues alguna vez llegó a vérsele sentado remendando su ropa vieja, mientras que Abelardo recitaba los conmovedores apóstrofes de Byron al Océano. En cierta ocasión, preguntó muy serio a Abelardo si creía que Byron se hubiese mareado en alguna ocasión.

Subieron hasta la guardilla; los niños se detuvieron delante de una puertecita. Aquí es dijo el mayor. Hojeda llamó con los nudillos de los dedos, pero nadie contestó. No habrá venido todavía mi madre manifestó el mismo chico. ¿Y qué os hacéis cuando llegáis antes que vuestra madre? Nos sentamos en la escalera.

Cuando le oyó hablar, acercose más. «Buen hombre, ¿qué es eso?... ¡Pobre chico! Si no parece chico, sino un viejo... ¡Vaya, que pegar así a un pobre anciano!». Luego llegó otro hombre, que se destacó de un grupo de obreros que subían.

Claro... ¿A qué vienen esos odios y esas venganzas de melodrama? dijo gozoso don Evaristo . Para perderse nada más. ¡Dichoso el que sabe elevarse sobre las pasiones de momento y atemperar su alma en las verdades eternas! Y para su sayo habló de este modo: «Tan metafísico está este chico, que nos viene como anillo al dedo».

¡Qué chico! Si parecía otro.