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Parapetados detrás de un oficio o empleo cualquiera, se dedican al juego, haciendo de él un instrumento de robo como cualquier otro. Viven de los otarios, como llaman a las víctimas que caen entre sus garras, ya por su esfuerzo o por el de los changadores del oficio el gremio auxiliar más importante que se las venden por un tanto de lo que produzcan.

Si los expresados campos se celasen como es debido, para que los portugueses y changadores no extrajesen los corambres y ganados que conducen al Brasil, y que los indios de estos pueblos que andan por los campos, y los que van a las vaquerías, no hicieran los horrorosos estragos que ejecutan en los ganados, y practicándose las faenas de cueros con arreglo, y sólo en las toradas viejas, y que la saca de ganados de las vaquerías se hiciesen arregladas, me parece que, aunque cada año se extrajesen de aquellos campos 150.000 cabezas, entre corambres y vaquerías, no se experimentaría decadencia en los ganados; y regulando cada cabeza a 4 reales de plata en el campo, importarían 75.000 pesos cada año.

Y cuando misia Casilda extendió la mano, en señal de despedida, ella la tocó con la punta de los dedos, articulando un adiós tan frío, que se le quedó congelado entre los dientes. Acompañóla hasta el vestíbulo, y allí, en la puerta de la antesala, con una inclinación seca de cabeza, la despidió, volviendo luego la espalda, para hablar a los changadores... Susana besaba a la tía.

Por entre la multitud de pasajeros, empleados y changadores que llenaban el andén, apareció Melchor acompañando a Ricardo. ¿En qué andan? Este, que quería comprar La Nación y La Prensa, a pesar de que yo los llevo. Y yo también. No importa replicó Ricardo; yo no puedo pasarme sin los diarios. ¡Pero si los teníamos!

Del mismo modo permiten españoles gauderios y changadores, que andan por aquellos campos matando toros para aprovechar los cueros, los que extraen llevándolos a la ciudad de Montevideo, introduciéndolos en ella clandestinamente entre los que extraen con permiso o de otra forma, o pasándolos al Brasil por medio de inteligencia con los portugueses del Viamont y Río Pardo, en cuyos parajes introducen los mismos gauderios españoles algunas porciones de ganado de los mismos campos.

Veía las mesitas de hierro de los cafés y confiterías de la Recoba , que dividía las plazas de la Victoria y 25 de Mayo que años más tarde demolió el intendente Alvear, rodeadas por borrachines paquetes , por otros ya transformados en verdaderos descamisados o que estaban por serlo, por soldados y marineros barajados con clases , oficiales y hasta jefes, y en las calles laterales y en las veredas, hombres cargados con canastas, que anunciaban en todos los tonos las más variadas mercancías, gentes apuradas, que se llevaban por delante unas a otras; carruajes, carros, tramways, y más lejos, allá abajo, en el puerto, máquinas de tren que cruzaban, vapores que silbaban, changadores que corrían, carros que andaban entre el agua como en tierra, y sirviendo de fondo a la escena el río imponente con su festón de lavanderas en el primer plano, y en lontananza un bosque impenetrable de mástiles y chimeneas.

Nadie pensaba misia Casilda, ni un criado, ¿llamaré? ¡Dios mío! no me atrevo; ganas me dan de bajarme y echar a correr... ahí viene alguien. ¡Valor! Cuatro changadores, con el piano en hombros, salieron por la puerta de la antesala, y una vocecita fresca decía: ¡Cuidado! reparar en los cristales y en el farol; más despacio, agacharse un poco...

Jamás se comprometen en nada, y es difícil que la policía los descubra. Adoptan todo el aire de gentes honradas, trabajan, tienen oficio, profesión o industria conocida: son sirvientes, mozos de hotel, changadores, comerciantes, rentistas y hasta pueden inspirar confianza y ser honorables, mientras no haya posibilidad de tirar la piedra y esconder la mano.

Esta tropa debería tener su destino en las fronteras de Portugal, desde la fortaleza de Santa Tecla hasta la guardia de San Martín, extendiéndose a los demás parajes ventajosos, que los prácticos de aquellos campos conocen, para impedir en tiempo de paz las introducciones de contrabandos que por allí pudieran hacer, y estorbar la saca de cueros y animales que los gauderios y changadores, españoles y portugueses, extraen de aquellos campos con mucho perjuicio de estos pueblos y de la real hacienda.