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Don Ramón no sabía la letra sino á medias, pero lo cantaba con el mismo entusiasmo que si la supiera. Sobre los cuales se apoyaba sin cesar hasta concluir el allegro. ¡Hola! D. Ramón, le dije un día desde la cama; parece que le gusta á V. Los Puritanos.

Inspeccionó la mesa con aire alegre, tomó la sopa sin cesar de hablar, felicitó a Susana por su cocina y lanzó verdaderos gritos de júbilo a la aparición del pavo. Es preciso convenir, señor cura dijo, que la vida es una dulce invención y que Heráclito era un estúpido de marca mayor. No hablemos mal de los filósofos respondió el cura, suelen tener algo bueno.

El otro Napoleón, el de Sedán, podía haberse refugiado en Bélgica, abandonando á sus tropas, como lo había hecho el triste César germánico; pero, enfermo y desfalleciente sobre su caballo, prefería galopar solo á lo largo de una carretera barrida por los cañones, esperando la granada que lo hiciese pedazos. Así entendía Toledo el honor militar, así había sido aceptado en todas las épocas.

Se ha marchado, y todo mi horizonte se ha ensombrecido de repente... El cielo me parece obscuro, las nubes tristes, las calles enlutadas, la gente fea y me pesa la vida diaria... ¿Es esto el amor?... ¿Amaré verdaderamente a un hombre a quien apenas conozco y en el que pienso sin cesar?... La abuela asegura que le he gustado y apoya su opinión en las confidencias que le ha hecho el padre Tomás.

» Pues con todo eso y algo más, que no es de este momento y me llega muy al alma, me di a cavilar anoche..., ¡qué horas aquéllas, Virgen santa!..., y cavilando sin cesar, y pensando y midiendo, como quería mi madre..., ¡que Dios te libre, de la tentación de pensar demasiado, cuando necesites decidirte pronto y a tu gusto!

»Empero la vida, sin llegar á su disolución suprema, muda sin cesar, trasuda de cuanto no la hace falta. Entre nosotros, animales terrestres, la epidermis pierde incesantemente.

La voz dolorida del niño, amarrado a la mesa, repetía sin cesar: ¡Abuelito, deja a papá!... ¡deja a papá! El loco al fin fue adquiriendo alguna ventaja. Las fuerzas de Mario mermaban. Sus dedos cedían: el peso y el volumen de D. Pantaleón le asfixiaba. Logró éste al fin ponerse encima de él y sujetarle. ¡Ya eres mío! ¡ya eres mío! gritó lanzando feroces carcajadas.

Los escombros sofocaban momentáneamente el fuego; pero éste surgía con más fuerza, cundiendo a las casas inmediatas. Al fin pareció que todo iba a cesar, y, según dijeron los que estaban cerca, habían salido del pueblo algunos hombres a conferenciar con el General francés.

La firma de la señora marquesa, y nada más, con el plazo que desee y el interés que ella marque, si le parece mucho el seis por ciento. ¿Y si me viera yo precisada, más adelante, a acudir a usted con idéntico motivo que hoy? En ese caso, señora marquesa, sucedería, sobre poco más o menos, lo mismo que está sucediendo ahora. ¿Y si continuaran mis visitas a esta casa por no cesar los motivos?

Los dos heroicos jóvenes seguían resistiendo, para dar tiempo a su tío y al piloto de llegar a la costa. Peleaban como soldados veteranos, cargando y descargando sus fusiles sin cesar un punto. Cuando se vieron dentro del alcance del bomerang fueron retrocediendo paso a paso hasta ponerse a unos seiscientos de la costa, donde se apostaron tras de unas peñas.