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Subieron los tres á los mas altos cerros, para descubrir desde allí á la banda del norte la bahia de los Camarones; y habiéndola descubierto con una que hay en ella, registraron así mismo otra caleta á la banda del sur del cabo; y notado todo, se volvieron á la lancha, á las 6 de la tarde, bien cansados de haber andado tres leguas sin haber hallado agua, ni leña, ni otra cosa alguna que piedras, que la hacen inhabitable aun de los brutos.

El inmenso río helado, no menos recio que las actuales hiladas del monte, llenaba todas las depresiones, y después, al salir de los alfoces, se extendía á lo lejos, en la llanura, dominando cañadas y cerros.

Sus pasos resonaban sobre la arena endurecida por las heladas, el viento arrancaba de las ramas las últimas hojas secas que revoloteaban como avecillas de oro, la atmósfera de una limpieza incomparable dejaba ver en la lejanía las masas violáceas de la sierra y hacia Poniente unas ráfagas de nubes rojas y anaranjadas parecían incendiar el arbolado de los cerros.

La tierra es alta, aunque en la costa del mar hace playazo. No se descubre en toda ella arboleda, ni amenidad alguna; solamente registra la vista cordilleras y cerros escampados, y todo seco é infructífero.

Frecuentemente la nieve es tan abundante en ese tiempo y los derrumbes de los cerros son tan temibles, que las gentes duran dias enteros incomunicadas y reclusas, porque las casas se cubren de nieve por todos lados en capas muy espesas. La vida es entónces bien triste y miserable en aquel desierto de hielo. En Chamonix se encuentran casi todas las comodidades que el viajero puede apetecer.

Y afirmando que sin más razón que su capricho se había ido paseando y tal vez vagaba por los desiertos y cercanos cerros, pronosticaba que cuando se cansase de vagar volvería a la población como tal cosa. Ni en toda aquella noche ni durante el día inmediato se cumplió, sin embargo, el pronóstico de doña Inés.

La victoria fué completa, y se siguió el alcance hasta los cerros y collados, en que procuraban ampararse los contrarios para salvar sus vidas: pero la muerte y el horror los siguió por todas partes, y dejaron en el campo mas de 400 cadáveres.

Al detenerse en una altura, volvió Maltrana la cabeza y vio flotando a sus espaldas, sobre los cerros negros, un velo rojo, un resplandor de lejano incendio, que coloreaba gran parte del horizonte. Era el vaho luminoso de Madrid invisible.

Trepamos á la cumbre de los cerros, ensanchamos ilimitadamente el horizonte, dominamos aldeas, pueblos, ciudades; y si la idea de la grandeza de Dios no nos abruma, sentimos crecer por instantes la ambicion, lamentándonos quizás de no poder subyugar tan vasto espacio. Todo habla al hombre en la naturaleza: todo dispierta en él ideas que no se borrarán jamas de su memoria.

A pesar de la densa y casi impenetrable obscuridad, sintieron que se hallaban en una grande altura; que los cerros, por medio de los cuales habían caminado, quedaban atrás; que a un lado y a otro se les abría despejado, extenso horizonte; y que, delante de ellos, o descendía la senda, con inclinación que la hacía intransitable para hombres y para bestias de carga, o se convertía en despeñadero o abismo.